«En este momento lo están notificando”. Aunque Javier Milei sorprendió al anunciar en una entrevista en vivo su decisión de echar al secretario de Trabajo, Omar Yasin, el funcionario ya había sido notificado de la medida en la noche del domingo por un estrecho colaborador de la ministra de Capital Humano, Sandra Pettovello, su superior directa. Tenían previsto formalizarlo durante el transcurso del lunes, pero el Presidente eligió anticiparlo públicamente a primera hora de la mañana, como una forma de apagar la discusión y mostrar que está dispuesto a sacrificar a su propia tropa ante lo que consideró fue un error “imperdonable”.
Pero puertas adentro de Casa Rosada se admite que la polémica por los aumentos de sueldos del Gabinete no fue el único motivo que precipitó la salida de Yasín. “Fue la excusa”, rectificó un importante colaborador presidencial, antes de que el vocero presidencial, Manuel Adorni, hablara de «diferencias de criterio en otras cuestiones» entre el funcionario y el entorno del Presidente.
En rigor, Yasin acaparó los reproches por el acta acuerdo en el que se dispuso la suba salarial de febrero para los empleados de la Administración Pública Nacional, pero no tuvo influencia directa en que el decreto 206/24 que con la firma del Presidente extendió el incremento salarial a las autoridades superiores del Poder Ejecutivo. Más: en la anterior negociación paritaria con los estatales, cuya homologación se realizó en el decreto 90/24 publicado a fines de enero, tampoco tuvo injerencia: solo avaló una decisión de sus jefes.
Sucede que, en esa ocasión, el decreto incluyó en su artículo 4 la aclaración de que el incremento salarial «no» se extendería al Gabinete y a los rangos más altos del personal político del Ejecutivo.
«Lo único que hizo Trabajo es homologar el acuerdo que le enviaron desde Jefatura de Gabinete, que maneja el empleo público. Y está claro que el decreto no lo redacta el secretario», fue el repaso que hizo un alto funcionario sobre la cadena de errores que llevó a que el decreto esta vez aclarara que el incremento salarial se trasladaría también a las remuneraciones de las primeras líneas del Gobierno.
Lo curioso es que el error no fue advertido por el secretario de Legal y Técnica, Javier Herrera Bravo, el custodio de la firma del Presidente y cuyo filtro es indispensable para que salga publicado un decreto. Y tampoco puso objeciones el secretario de Transformación del Estado y Función Pública, Armando Guibert, a cargo de la Secretaría de Empleo Público de la Jefatura de Gabinete y el responsable de la negociación salarial con los gremios que agrupan a los estatales nacionales (UPCN y ATE).
«Al secretario de Trabajo lo he despedido por este error que no debería haber cometido, en este momento lo están notificando». explicó Milei en una entrevista con LN+, algo que tomó por sorpresa al propio Yasin que estaba camino a su secretaría para trazar una salida más elegante.
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Se trata de Omar Yasin, que quedó en medio de las controversias que generaron los incrementos salariales.
Enseguida quedó claro que la medida tenía semejanzas con lo ocurrido con el ex ministro de Infraestructura, Guillermo Ferraro, a quien el jefe de Estado despidió intempestivamente tras responsabilizarlo de filtrar una frase suya a un medio de comunicación.
Esta vez el propio vocero presidencial, Manuel Adorni, dejó entrever que la decisión de echar a Yasin no se limitó a este episodio. «Acá se habían dado diferencias de criterios en otras cuestiones y esto fue, bueno, un error más que desembocó en su despido como secretario de Trabajo. No hay mucho más para agregar que eso. Todos sabemos que, cuando la confianza en un funcionario se termina, es lógico que el Presidente prescinda de ellos», indicó en su habitual conferencia de prensa matutina.
El vocero no lo mencionó pero Yasin era resistido por el jefe de Gabinete, Nicolás Posse, quien a su vez mantiene cierta tensión con Pettovello. «Había diferencias y esto apuró los plazos», apuntó una fuente inobjetable del entorno presidencial. Todos le atribuyen al ministro coordinador la autoría intelectual del despido.
«Fue un fusible«, aseguraron a Clarín cerca del saliente funcionario, que en la intimidad se mostró tranquilo aunque negó cualquier responsabilidad en la polémica por el aumentos salarial del Gabinete. «El error fue de alguien de más arriba», deslizaron evitando hacer nombres.
Pero Yasin ya había quedado en la mira a principios de enero, en medio de las negociaciones que junto a la propia Pettovello realizó con el titular del sindicato de Comercio, Armando Cavalieri. En un sorpresivo encuentro, justo en medio del repudio de la CGT contra el capítulo de reforma laboral del mega DNU de Milei, la ministra y Yasín se reunieron con el sindicalista mercantil y lograron su respaldo a la reformulación del sistema de indemnizaciones planteado en el decreto presidencial resistido por el resto de la conducción cegetista.
A cambio, Cavalieri reclamó por la letra del DNU que limitaba el cobro de las cuotas solidarias por parte de los gremios (una fuente clave de la recaudación del sindicato) y la Secretaría de Trabajo emitió un dictamen aclaratorio que atendía el planteo del sindicalista. Esa decisión provocó el enojo de Posse y el asesor presidencial Federico Sturzenegger, que exigieron la marcha atrás en el dictamen y pidieron la cabeza de los responsables. Así el número 2 de Yasín, el entonces subsecretario de Trabajo Horacio Pitrau, debió dejar su cargo.
Acaso por los cortocircuitos que desde el inicio de la gestión hubo entre el Gobierno y la central obrera, Yasin nunca terminó de hacer pie en el mileísmo. Pese a integrar los equipos de campaña de Patricia Bullrich, el funcionario recaló en el gabinete por su vínculo personal desde hace años con Pettovello. Sin embargo, ni siquiera con la ministra antes de que Milei anunciara su despido en televisión.
«Si había que echar a alguien por el acuerdo con los estatales era en Jefatura, Trabajo no tuvo nada que ver con ese decreto. Yasin ni siquiera participó de las reuniones «, se sinceró un funcionario al tanto de la movida.
Por lo pronto, enojado con el descuido en su tropa, Milei no descarta más cambios: «Nunca dije que esto terminaba aquí», dijo en la intimidad.