lunes, 18 noviembre, 2024
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Javier Milei y Victoria Villarruel: la historia de una pelea que sacude a la Casa Rosada

Javier Milei y Victoria Villarruel están peleados. La comunicación entre ellos no se cortó del todo, al menos hasta hoy, pero solo es para intercambiar frases cortas. Palabras breves. Mejor por chat. Las diferencias entre ellos, una disputa sorda ganada por la desconfianza, fue tan prematura que nació aun antes, varias semanas antes, de que ganasen la elección como compañeros de la fórmula que los llevó al poder en el balotaje de noviembre del año pasado.

Milei niega en público que esté enfrentado con Villarruel. Ayer su vocero, Manuel Adorni, insistió en esa versión. Pero fuentes inobjetables del Gobierno aceptaron ante Clarín que el vínculo entre el Presidente y su vice está quebrado. El comunicado de la Casa Rosada criticando la sesión del Senado en la que se Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU) 70/2023 fue la primera aceptación oficial de las diferencias brutales entre el Jefe de Estado y la Presidenta del Senado. Digan lo que digan los funcionarios, Milei y Villarruel trabajan en política por separado.

En las reuniones de Gabinete de ministros liderados por el Presidente, en las que suelen participar otros dirigentes influyentes de La Libertad Avanza, se sinceró alguna vez la interna feroz que latía sin explotar entre el primer mandatario y su elegida para ocupar el primer puesto en la línea de sucesión del titular del Poder Ejecutivo.

En diciembre pasado, Milei acababa de presentar en el Congreso el proyecto de la Ley Ómnibus. Villarruel tomó la palabra en el debate que surgía en una de las reuniones del Gabinete para elevar una queja audaz. Era, al mismo tiempo, una confesión: «No me puedo enterar por los medios que presentamos en el Congreso un proyecto de esta magnitud. Yo no sabía nada…«. De acuerdos a fuentes que estuvieron presentes en ese debate no tan confidencial, el propio Milei le habría replicado de inmediato: «Sí, acostumbrate porque a partir de ahora las cosas van a ser así». Palabras más, palabras menos. La ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, rival de Villarruel en el oficialismo, acotó después: «Sí, y tienen que estar ‘las manos’ (los votos) para aprobar la Ley en el Senado».

Villarruel no tiene aliados en su propio Gobierno.

Como se dijo, la encerrona a la que la sometió Milei se desarrolló durante la campaña electoral.

Frente a las primeras diferencias entre ambos, Villarruel se animó a mostrarse autónoma de los libertarios. Milei aun recuerda esos gestos que lo enfurecieron: los une con el enojo que le producen ahora otras acciones de su vice. Lo mismo le ocurre a su hermana, la secretaria General de la Presidencia, Karina Milei.

El 14 de noviembre del año pasado, a casi un mes de la segunda vuelta electoral, Villarruel decidió demostrar que separaba su campaña electoral de la de su compañero de fórmula. Encabezó un acto en la Capital Federal, sin banderas de La Libertad Avanza pero sí de su sello partidario, y con un símbolo que la identificaba solo a ella: una V, de victoria, o Victoria.

Los Milei no le perdonarían esa actitud. Sería peor aun. Tres días después, el mismo día del cierre proselitista de Milei en Córdoba, Villarruel se diferencia de Karina Milei, quien había presentado una denuncia por supuesto fraude en las elecciones del 22 de octubre, en la que se acusaba a la Gendarmería por desmanejos en llos comicios. La hoy vice criticó a «La Jefa»: «Quiero respaldar a los gendarmes, no dudo de su confianza, no generalizamos ni desconfiamos de esta fuerza». Victoria desdijo a Karina. Su suerte estaba echada en LLA.

La candidata a vice no habló en el acto de cierre de su propio fórmula electoral, en Córdoba. Tras el triunfo en las urnas, tampoco le dieron uso de la palabra en los festejos en el Hotel Libertador.

Villarruel había quedado al margen de las negociaciones que culminaron en el acuerdo que facilitó el triunfo libertario en el balotaje: Patricia Bullrich fue la ideóloga del pacto con el PRO y Macri. Sería, luego, su verduga en el Gabinete. Terminó ocupando el ministerio de Seguridad, una de las áreas que había acordado tendría su total impronta.

Cuando se oficializó que Bullrich asumiría en ese puesto, Villarruel visitó a la cúpula de las fuerzas de seguridad federales.

Milei ratificó su convicción respecto a no darle espacios en el Gabinete a su vice cuando recibió un llamado de uno de los embajadores de las principales potencias del mundo. Se enteró por boca del diplomático que la vice electa se había reunido con el delegado en el país de uno de los más importantes servicios secretos del planeta.

En ese encuentro ella habría comunicado que los organismos nacionales vinculados a la Seguridad Defensa, e Inteligencia estarían bajo su potestad.

Milei debió desmentirla.

El último gesto de «rebeldía» de Villarruel que fastidió a la Casa Rosada fue su resistencia a dar de baja la resolución que había habilitado la suba de los sueldos de los senadores. Milei la presionó para que lo haga. Casi de inmediato se produjo el último choque: la titular de la Cámara alta habilitaría una en sesión en el recinto para tratar la validez del DNU 70/2023.

Aunque la LLA desprecia a la llamada «casta política», los máximos líderes de esa fuerza no pudieron evitar un clásico de la política nacional a lo largo de su historia. Una pelea feroz entre el Presidente y su Vice.

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