Símbolo de la época más gloriosa de Independiente, aquella que le valió el mote de Rey de Copas, falleció este lunes Alejandro Estanislao Semenewicz, a los 74 años, mientras desarrollaba tareas en el departamento de captación del club de Avellaneda. El deceso se produjo en el predio de Villa Dominico, donde el Polaco –como lo conocían todos- sufrió una descompensación de la que no pudo recuperarse. Se va, de esta manera, un hombre que por sus características como futbolista honró la tradicional canción independientista, esa que habla de “fuerza, garra y corazón” y que dejó en sus vitrinas 10 títulos, entre ellas, las cuatro Copas Libertadores consecutivas conquistadas entre 1972 y 1975.
Emergente de una familia de inmigrantes y de clase obrera del sur del conurbano bonaerense. Estanislao hacía mantenimiento de máquinas en la vieja fábrica de neumáticos Firestone, en Llavallol. Allí, en esa localidad, formó su hogar con Ana, que se dedicó a los quehaceres domésticos. Ambos originarios de Polonia, tuvieron a Ana y Alejandro, que nació el 1° de junio de 1949 y con los años quedó inmortalizado como El Polaco. “Nunca hablé con ellos en polaco; entendía, pero no sabía pronunciarlo”, contó Alejandro alguna vez en el programa La cocina del Rojo.
No le gustaba estudiar. Cursó la primaria en la Escuela N° 4 Bieckert, de Llavallol, pero a poco de iniciar la secundaria, dejó los estudios. El fútbol era lo más fuerte que tenía. Y con el fútbol llegó el apodo: Polaco. Fue en el baby del club Juventud Unida donde arrancó sus sueños con la pelota. De allí fue a una escuela de fútbol en Monte Grande, llevada adelante por los hermanos Quiroga, que habían sido futbolistas de Racing.
A los 15 años acompañó a un grupo de chicos a probarse en Deportivo Morón. El Polaco tenía mal un dedo del pie y se quedó en el micro, observando. Lo fueron a buscar porque faltaba un jugador para completar el equipo de once. “Vení y te quedás parado”, le dijeron. Lo convencieron. Fue el único de los once que quedó en la prueba. Así inició su periplo en el fútbol. Con Deportivo Morón logró el histórico ascenso a primera división de 1968. El destino le hizo otro guiño: en aquella época, Morón concentraba en el mismo lugar que Vélez Sarsfield, por entonces dirigido por Manuel Giúdice. El hombre le había echado el ojo a ese volante rubio y temperamental. Cuando Giúdice fue contratado para ser técnico de Independiente en 1970, no dudó: pidió que incorporaran al Polaco.
Independiente compra a Semenewicz justo en el momento en el que le tocaba hacer el servicio militar en Magdalena. “Pensé que perdía el año”, recordó el Polaco. Pero el club de Avellaneda pidió por él y le dieron la excepción. Lo trasladaron a Capital y pudo desarrollar su carrera en el equipo que había confiado en sus condiciones.
Polifuncional cuando el término aún no había sido bien desarrollado en el fútbol, el Polaco podía ocupar todos los puestos de la mitad de la cancha y también desempeñarse como marcador central.
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