Un sorprendente hallazgo fue realizado por Michael DeMar, un joven de 20 años que decidió explorar las aguas cercanas a la costa de Florida en busca de tesoros ocultos. Sin embargo, nunca imaginó que encontraría un cáliz dorado que luego fue vendido en más de 400.000 dólares.
Con un detector de metales en sus manos, DeMar se sumergió a unos 5,5 metros de profundidad en una zona ubicada a unos 48 kilómetros al oeste de Key West. Mientras exploraba el fondo del océano, su herramienta emitió un sonido inusual. Lo que inicialmente parecía ser otro trozo de basura metálica resultó ser algo mucho más extraordinario.
El joven se sorprendió al percatarse de que se trataba de un cáliz dorado. “Pensé que era una lata de cerveza, así que seguí abanicando y abanicando la arena y me encontré con esto. El tiempo simplemente se detuvo, fue increíble ver ese oro allí abajo”, le dijo a The Florida Keys & Keys West.
Ese descubrimiento tuvo lugar en 2008. Siete años más tarde, en 2015, el cáliz dorado se vendió en una subasta por US$413.000. Sin embargo, como Michael DeMar era empleado de la compañía de buceo Blue Water Ventures y estaba trabajando al momento del hallazgo, no está claro cuánto dinero del total de la venta fue para él y cuánto para la compañía.
El origen del cáliz de oro macizo: una tormenta y un barco hundido
Según Reader’s Digest, el cáliz de oro descubierto por DeMar tiene su origen en el barco español Santa Margarita, un navío repleto de tesoros que se hundió durante un violento huracán en el año 1622. La embarcación española, que naufragó frente a las costas de Florida durante el siglo XVII, transportaba una riqueza incalculable con destino a España. Desde que se descubrieron los restos del naufragio en la década de 1980, su contenido ha sido objeto de intensas búsquedas.
A lo largo de los años, las corrientes marinas dispersaron los restos del naufragio y alejaron los tesoros del lugar del desastre. Se cree que este cáliz, adornado con un escudo familiar y otras decoraciones intrincadas, fue utilizado por los católicos españoles de la época para ceremonias de comunión.
“Mide casi 12,7 centímetros de alto y es lo suficientemente grande como para colocar una pelota de béisbol en su interior”, reveló Porter, uno de los expertos involucrados en su evaluación. La búsqueda de artefactos de este barco fue iniciada hace más de un cuarto de siglo por el fallecido cazador de tesoros de Key West Mel Fisher. En la actualidad, el equipo de Blue Water lidera esa búsqueda en el marco de una asociación conjunta con la empresa familiar Fisher, Mel Fisher’s Treasures.
El hijo de Fisher, Kim Fisher, y su nieto, Sean Fisher, estaban en el muelle aquel día cuando la tripulación de Blue Water llegó con el cáliz. Según el arqueólogo de Blue Water, R. Duncan Mathewson, el tesoro se encontró en el punto más al norte del área de búsqueda. Después del emocionante hallazgo, DeMar y su equipo de la compañía de buceo Blue Water Ventures celebraron brindando con champán directamente del cáliz.
LA NACION