sábado, 5 octubre, 2024
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Tsunami pandémico: los graves efectos que el encierro dejó en los chicos que ingresan a la escuela

NUEVA YORK.- Los niños que en la pandemia eran bebés o todavía no estaban en edad escolar ya ingresaron al sistema educativo, y el impacto que sufrieron es cada vez más evidente: muchos muestran señales de retraso académico o de desarrollo.

Las entrevistas con más dos docenas de maestros, pediatras y expertos en primera infancia muestran a una generación con menos capacidades propias de su edad, como sostener un lápiz, comunicar sus necesidades, identificar formas y letras, manejar sus emociones o resolver sus problemas con sus compañeros.

Y hay una variedad de evidencia científica que revela que la pandemia parece haber afectado el desarrollo temprano de algunos niños. Según los estudios, los varones han sido más afectados que las niñas.

“Estoy convencido de que los chicos nacidos en ese momento han tenido más problemas de desarrollo que los nacidos antes de la pandemia”, dice el doctor Jaime Peterson, pediatra de la Universidad de Ciencia y Salud de Oregon, que investiga la preparación de los niños de jardín de infantes. “Durante la pandemia tuvieron que usar barbijo, no vieron a otros adultos y no pudieron jugar con otros chicos. Cortamos por completo esas interacciones, y con los chicos ese tiempo no se recupera.”

El efecto de la pandemia en los niños mayores, que estuvieron en sus casas durante el cierre de las escuelas y perdieron terreno en matemática y lengua, ya ha sido bien documentado. Pero el impacto en los niños más pequeños es en cierto modo sorprendente, porque cuando arrancó la pandemia todavía no habían ingresado al sistema educativo, y además, estaban en una edad en la que los niños pasan la mayor parte del tiempo en casa.

Sin embargo, los primeros años son los más cruciales para el desarrollo del cerebro, y los investigadores dicen que hay varios aspectos de la pandemia afectaron especialmente a los niños pequeños: el estrés de los padres, el menor contacto con otros adultos, menor asistencia al preescolar, más tiempo frente a las pantallas y menos tiempo de juego.

Pero, como a su edad actual sus cerebros están en un momento de rápido desarrollo, los expertos dicen que esos chicos también están en buena situación para ponerse al día.

Los niños más pequeños son un “tsunami pandémico” que avanza de frente contra el sistema educativo de Estados Unidos, afirmó Joel Ryan, que trabaja en la red preescolares públicos del estado de Washington, donde ha observado un aumento de retrasos en el habla y problemas de conducta.

No todos los niños pequeños muestran retrasos. Según datos publicados hace una semana por Curriculum Associates, que realiza evaluaciones de nivel en todo Estados Unidos, los niños de escuelas de mayoría afrodescendiente o hispana, o donde la mayoría de las familias tienen ingresos bajos, son los más atrasados, mientras que los chicos de familias de mayores ingresos están más en línea con los niveles históricos.

“Pero la mayoría de los más chicos, por no decir todos, se vieron afectados académicamente de una manera o de otra”, apunta Kristen Huff, vicepresidenta de evaluación e investigación de Curriculum Associates.

Sin embargo, los expertos dicen que la recuperación es posible.

“Tenemos todas las herramientas para ayudar a los niños y a sus familias a recuperarse”, dice Catherine Monk, psicóloga clínica, profesora de la Universidad de Columbia, y presidenta de un proyecto de investigación sobre madres y bebés durante la pandemia. “¿Pero sabemos cómo distribuir de manera justa la ayuda que necesitan?”

¿Qué cambió?

Brook Allen, del estado de Tennessee, es maestra de jardín de infantes desde hace 11 años, y dice que este año es la primera vez que le llegaron varios chicos que apenas podían hablar, no sabían ir al baño o no tenían desarrolladas las habilidades motoras finas que permiten sostener un lápiz con la mano.

Los niños ya no participan en juegos de imaginación ni buscan a otros chicos como antes, señala Michaela Frederick, maestra de preescolar para estudiantes con retrasos en el aprendizaje. En su aula, Frederick tuvo que reemplazar los pequeños bloques de construcción por bloques más grandes y blandos, porque sus alumnos no tenían suficientemente desarrolladas sus habilidades motoras finas como para manipular objetos pequeños.

Quizás la diferencia más grande que Lissa O’Rourke ha notado entre sus alumnos de preescolar de St. Augustine, Florida, ha sido su incapacidad para regular sus emociones: “Arrastrar las sillas, tirar cosas, golpear a sus compañeros, golpear a los docentes.”

Los datos de las escuelas confirman lo que han notado los especialistas en primera infancia.

Según los nuevos datos de Curriculum Associates, los niños que acaban de terminar segundo grado, que cuando comenzó la pandemia tenían apenas tres o cuatro años, siguen rezagados respecto de los de la misma edad antes de la pandemia, sobre todo en matemática. Lo que resulta especialmente preocupante es que los estudiantes más rezagados son los que menos logran ponerse al día.

El desempeño de los chicos de los grados inferiores está “en marcado contraste” con el de los niños mayores de primaria, que avanzaron mucho más, señalan los investigadores. El nuevo trabajo analizó datos de evaluaciones a alrededor de cuatro millones de niños, que incluyen camadas de antes y después de la pandemia.

Los datos de las escuelas públicas de Cincinnati son otro ejemplo: solo el 28% de los chicos de jardín de infantes comenzaron este año escolar bien preparados, frente al 36% anterior a la pandemia, según un relevamiento del Hospital Infantil de Cincinnati.

Para los expertos en desarrollo infantil, una explicación de las problemas que tienen actualmente los niños pequeños es el estrés que sufrieron los padres durante la pandemia.

En los estudios por imágenes del cerebro, un bebé expuesto a mayores niveles de estrés mostrará “más actividad en las regiones del cerebro donde concentran el miedo y la agresión”, apunta Rahil D. Briggs, psicólogo infantil de Zero to Three, una organización sin fines de lucro abocada al estudio de la primera infancia. Eso deja menos energía para las partes del cerebro enfocadas en el lenguaje, la exploración y el aprendizaje, señala Briggs.

Durante el confinamiento, los niños también pasaron menos tiempo escuchando interacciones de adultos que los exponían a nuevos lenguajes, como el supermercado o la biblioteca. Y también pasaron menos tiempo jugando con otros niños.

Kelsey Schnur tiene 32 años, vive en Sharpsville, Pensilvania, y durante la pandemia sacó a su hija Finley de la guardería. En su casa, Finley se dedicaba a colorear dibujos, hacer rompecabezas y hasta leía libros de cuentos.

Pero su madre dice que cuando finalmente ingresó en el preescolar tuvo dificultades para adaptarse. Le diagnosticaron trastorno de ansiedad por separación y mutismo selectivo.

“Fue algo muy revelador”, dijo Schnur, que trabaja en educación infantil temprana. “Por más que tengan todas las experiencias y conocimientos educativos, la falta de socialización terminó siendo crucial.”

La asistencia al preescolar puede mejorar significativamente la preparación para el jardín de infantes, según una investigación. Pero en muchos estados, la asistencia al preescolar todavía está por debajo de los niveles prepandémicos. Los datos de la encuesta sugieren que las familias de bajos ingresos no han regresado al mismo ritmo que las de mayores ingresos.

“Nunca me había tocado una clase tan reducida”, dijo Analilia Sánchez, maestra de preescolar de El Paso, que este año apenas tuvo nueve chicos en su aula, cuando habitualmente eran por lo menos 16. “Entre el miedo a que estén cerca de otros chicos y a los gérmenes, creo que los padres se acostumbraron a tenerlos en casa.”

Durante la pandemia, cuando los padres tenían que hacer malabares entre el teletrabajo y los niños encerrados en casa, el tiempo de los chicos frente a las pantallas también aumentó y siguió en esos niveles después de terminado el confinamiento. Muchos maestros y expertos en primera infancia creen que eso afectó la capacidad de atención y la motricidad fina de los niños. Pasar mucho tiempo frente a una pantalla ya ha sido relacionado científicamente con retrasos en el desarrollo.

¿Podrán ponerse al día?

Es demasiado pronto para saber si la pandemia tendrá efectos a largo plazo en los niños pequeños, pero los investigadores dicen que hay razones para ser optimistas.

“Si el problema se detecta de manera temprana, es perfectamente posible ponerse al día”, dice la doctora Dani Dumitriu, pediatra y neurocientífica de la Universidad de Columbia y directora de un estudio sobre los bebés nacidos durante la pandemia. “A los seis meses de vida no hay nada determinante para el cerebro.”

Dumitriu y otros investigadores dicen que haber sido tan chicos durante la pandemia también puede reportarles beneficios, como una mayor resiliencia y haber pasado más tiempo con sus familias.

Para muchos chicos, el solo hecho de asistir a la escuela ya es un primer paso.

Sarrah Hovis, maestra de preescolar en Roseville, Michigan, ha visto el impacto de la pandemia en su propia aula. Algunos chicos no pueden abrir un paquete de caramelos o de papas fritas porque les falta fuerza en los dedos. Y los niveles de ausentismo son muchos más altos que antes de la pandemia.

Pero Hovis también ha notado grandes avances: cuando finalizaron el año de preescolar, algunos de sus alumnos contaban hasta 100, y hasta hacían sumas y restas.

“Si el chico va a la escuela, aprende”, dice la docente.

Por Claire Cain Miller y Sarah Mervosh

(Traducción de Jaime Arrambide)

The New York Times

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