”Mira las estrellas/ Mira cómo brillan para ti], dice “Yellow”, el primer hit de Coldplay. Los cielos de Bahía Blanca, donde vive Matías Alonso Revelli, fotógrafo argentino de 31 años, están llenos de estrellas y él sabe mirarlas. Ellas, entonces, brillan para él. Hace años, Matías fotografía lo que ve en las alturas con su cámara, una Nikon D3100. Un día, en pleno encierro por la pandemia, el 28 de mayo de 2020, su padre, que siempre le avisa cuando observa algo interesante allá arriba, lo llamó y le dijo que saliera, que había algo especial. Al ver el arcoíris trazado en el cielo azul le sacó un par de fotos sin saber que cuatro años más tarde, esa imagen sería la protagonista de la portada de Moon Music, el próximo álbum de Coldplay, que tiene fecha de lanzamiento para el próximo 4 de octubre.
“Ese mismo día me senté, importé las fotos a la computadora y salió la imagen”, cuenta Matías en diálogo con LA NACIÓN. “En verdad son tres fotos de tres días distintos”, revela sobre esta pieza digital editada, que une tiempos y momentos diferentes, mostrando un cielo azul estrellado, una delgada luna creciente y un intenso arcoíris. “Las estrellas que se ven de fondo son de una foto, y la luna, de otra”, sigue. “Subí la foto a Instagram y explotó. A la gente le gustó y se hizo viral. Lo suficiente como para que tres años más tarde le llegue a Coldplay”.
Fue a principios de agosto de 2023 cuando Matías recibió un correo electrónico de un tal Chris Martin. “Acá me quieren estafar”, pensó en ese momento. “¿Por qué Chris Martin me va a estar escribiendo un mail?”, se preguntó. “Quería mi número para llamarme y preguntarme algo. Le dije que no estaba seguro de que fuera él, que habláramos por email”, relata a LA NACIÓN. Pero la selfie que Martin le envió seguidamente en su respuesta, sugirió que era posible que el remitente fuera en verdad el líder del grupo británico. Unos días después, una videollamada disipó cualquier duda: Chris Martin quería licenciar la foto de Matías para Moon Music. “Le gustaba la luna por el nombre del álbum; y el arcoíris iba con el tema: la inclusión, el amor para todos y la igualdad”, explica Revelli.
Las figuras del cielo aparecen con frecuencia en el universo visual de este fotógrafo. “Los astros siempre me gustaron y están ahí acá arriba. Acá en Bahía Blanca se ve el cielo estrellado, entonces se puede aprovechar para capturarlo. No tiene mucho más de fantasía. Es el universo, lo grande y misterioso que es. Y está ahí, arriba”, reflexiona.
La paleta de colores de las fotos de Matías muta entre azules, naranjas y rosas intensos y pueden generar cierto escepticismo en el espectador. “Busco que mis fotos se alejen un poquito de la realidad y se acerquen más a una pintura, y que cuando el espectador las mire dude de si lo que está viendo es cien por ciento real o no”, remata.
Pero la estrella del universo visual de Coldplay desde hace casi diez años es Pilar Zeta, artista y diseñadora argentina de 38 años, una creativa que a los diecinueve se fue del país para trazar un largo camino de arte y diseño a nivel internacional.
“Dirección artística a cargo mío… Ha pasado casi una década desde que comenzamos a colaborar. Agradecida de ser parte de este hermoso viaje”, se lee en inglés en el pie de un posteo reciente en el Instagram de Pilar que acompaña las fotos de Moon Music. “Nobody does it better, Pilar” [Nadie lo hace mejor, Pilar], respondió Coldplay desde su cuenta oficial. “La número uno”, añadió el fotógrafo Matías Alonso Revelli.
Pilar se había mudado a Los Ángeles. Venía de Berlín, donde estuvo dedicada a diseñar tapas de discos para artistas underground de música techno. Tenía ganas de empezar algo más grande y un día, en Año Nuevo, manifestó su deseo y lo puso en una pirámide. “Voy a diseñar una tapa para la banda más grande del mundo”, escribió, sin saber que se trataría de Coldplay. “Por una serie de sincronicidades ya había empezado a trabajar con una señora que se llama Colin. Ella estaba lanzando una agencia y le mandó mi trabajo a muchísima gente, en esos mails que generalmente nadie ve”, cuenta ahora a LA NACIÓN. Pero su diseño, una cabeza con una rueda de colores, le llegó a Phil Harris, el manager de la banda y mejor amigo de Chris Martin. Poco después conocería al resto del grupo. “Pegamos buena onda, tuvimos una muy linda conexión y empezamos a trabajar”.
Se fue a Londres, a Air Studios, donde grababa la banda; allí le pusieron un espacio de trabajo. “Ellos venían de vez en cuando y me tiraban ideas. Hacíamos collages juntos, era súper divertido. Esto fue hace diez años”, recuerda Pilar. “Al principio yo no tenía ni idea sobre qué hacer, porque no sabía mucho la estética que iba. Esta era la primera vez que hacía algo tan grande. Luego entendí que cuando hacés trabajo para otra gente tenés que dejar tu ego a un costado y canalizar lo que quieren los otros artistas y que yo simplemente soy un canal de sus ideas. Con mis herramientas y mi estética lo hago con la mayor armonía posible. Empezamos un camino muy bonito”.
Esta primera colaboración se tradujo en la estética A head full of dreams (2015): una colorida imagen caleidoscópica que incluye plantas, pájaros y la flor de la vida con los colores del arcoíris. Le siguió la dirección artística de álbumes: Everyday life (2019); Music of the spheres (2021); Moon Music (2024) de próximo lanzamiento, y el sencillo Higher power (2021).
“Es tan lindo trabajar con ellos que te dan ganas de hacerlo bien. Sí, te piden muchos cambios antes de llegar a la etapa final. Me acuerdo que para Moon Music hice 300 imágenes diferentes hasta encontrar lo que ellos querían”, cuenta Zeta.
La vida de Pilar cambió desde que comenzó a colaborar con Coldplay. Basada hoy en Ciudad de México, despliega su camino artístico combinando en sus obras geometrías, matemáticas, filosofía, metafísica y simbología. Hace pinturas e instalaciones cuasi arquitectónicas: altares, portales y espacios surrealistas con objetos metafóricos como huevos y otros del mundo antiguo egipcio, como pirámides.
Este año participó en la semana Art Dubai con la obra Garden of duality. Un óleo, un tapiz y dos esculturas evocan los elementos del tablero de ajedrez y sus piezas. El tablero “surge como símbolo de la dualidad, un espacio donde fuerzas opuestas armonizan en una delicada danza de estrategia”, desarrolla un texto en su sitio web. Una de sus obras clave fue Hall of Visions, una instalación inmersiva en Faena Art durante la Semana del Arte de Miami, en 2021, que se desplegaba sobre la playa convocando al espectador a ingresar y caminar por un pasillo con vista al mar para llegar a un gran huevo espejado “guiando a quien se involucra en la obra a percibir su potencial y conectarse con su Visión”, explica en la web de la artista. Deepak Chopra, el líder espiritual, realizó una sesión de meditación en el interior de esta obra.
“Pienso que mi arte, y el de todos los artistas en general, no son nuestros. Lo canalizamos de otro plano y lo traemos a este. Cada uno lo hace con un cierto tipo de nivel estético en base a temas y cosas que uno va aprendiendo. A mi me encanta Egipto, la metafísica, la simbología, y el uso de colores para los diferentes estados”, cuenta a este diario. “Una cosa que tenemos en común Coldplay y yo como artistas es que venimos a darle al mundo nuestro arte para subir la vibración de los seres humanos. Si vas a un concierto de Coldplay te vas feliz, emocionada”, remata la artista, cuya historia confirma que en la vida es posible ver los cambios que uno quiere, como canta el himno “A head full of dreams”: You can see the change you want to / Be what you want to be.
En Buenos Aires, las estrellas
En su última visita a Buenos Aires, entre el 25 de octubre y el 8 de noviembre de 2022, como parte de la gira mundial Music of the Spheres, Coldplay llenó diez veces el estadio El Monumental, superando el récord de nueve conciertos que había establecido Roger Waters en 2012. Según se supo, la banda británica pasó una de sus noches porteñas en Rey de Copas, un bar en el corazón de Palermo Soho que parece una galería de arte, con los murales repujados en bronce de su dueño, Sebastián Páez Vilaró; obras de su padre, el uruguayo Carlos, y un sinfín de objetos y antigüedades provenientes de lugares lejanos que ambientan el lugar creando una suerte de portal hacia distintas civilizaciones. Seguramente, las estrellas de Buenos Aires, visibles desde el patio y la terraza del local, también brillaron esa noche para estas estrellas mundiales de la música y para sus invitados.