El rugby no era oficialmente un deporte profesional la última vez que los All Blacks perdieron en el Eden Park de Auckland. El triunfo de hoy ante Inglaterra por 24-17 estira una racha impresionante sin perder en el icónico estadio de Auckland. Ya son 49 tests sin caídas, desde el triunfo de Francia en agosto de 1994. Pasaron todos los seleccionados de primer nivel y ninguno pudo imponerse en el marcador final. Apenas Sudáfrica, en ese mismo 1994 y los British & Irish Lions, en el 2017, lograron llevarse un empate.
En el arranque del ciclo de Scott Robertson, los All Blacks se llevaron una serie muy apretada ante Inglaterra. Con el triunfo por 16-15 hace siete días en Dunedin y el de hoy, por 24-17, comenzaron con el pie derecho, que será de vital importancia para construir con un entrenador en el que hay depositadas muchas expectativas.
En la noche de Auckland hubo dos tiempos marcados; una primera etapa intensa y electrizante, con los dos equipos lanzándose y encontrando espacios. La segunda mitad estuvo plagada de interrupciones, cayó el ritmo del partido e Inglaterra perdió energía en el tramo final. Fue una jornada en la que sólo los wingers apoyaron tries. Mark Tele’a encontró un hueco a la salida de un ruck a los 11 minutos y abrió el marcador y la respuesta llegó de manera inmediata: dos minutos más tarde, Marcus Smith asistió de manera exquisita a Immanuel Feyi-Waboso para igualar las acciones. El wing de 21 años, que debutó en el último Seis Naciones, es una de las caras de la renovación de los británicos. Atrevido y elusivo le aporta mucho a la Rosa con su energía, tanto en ataque como en defensa.
En la primera mitad también marcó Tommy Freeman, el wing campeón de la Premiership con Northampton Saints, tras otra asistencia con el pie de Marcus Smith, cada vez más afianzado como el 10 de Inglaterra. El apertura le da otra dimensión al ataque de la Rosa, sin tanta estructura y más audaz para jugar con lo que hay enfrente.
Tras el 14-13 parcial, Inglaterra controló a su rival en el primer tramo del segundo tiempo, hasta que ingresó Beauden Barrett a los 10 minutos. Con 33 años, el mayor de los hermanos, campeón del mundo en el 2015, está en otro rol. En ambos partidos entró en la segunda etapa para ordenar a los All Blacks. Pensante y aún con pizcas de su explosividad, cambió el partido en Auckland: ayudó a Damian McKenzie en la conducción, le dio aire al equipo con el pie y armó la jugada del segundo try de su equipo, luego de un quiebre y una asistencia a Mark Telea. “Así es el rugby de test match, todo se decide a último momento, estoy muy orgulloso de los chicos que demostraron tener fe hasta el final”, resaltó el jugador que viene de jugar en Toyota Verblitz, de Japón.
Con 124 caps en el lomo, Barrett es el más experimentado de un plantel que busca volver a ser la potencia dominante del rugby mundial. Con los retiros internacionales de Aaron Smith, Dane Coles, Sam Whitelock y Bordie Retallick, sumado a las bajas de Richie M´ounga y Shannon Frizell, que firmaron contratos a largo plazo en el extranjero y por la política de convocatorias no nos elegibles, es el gran referente en un plantel liderado por su hermano Scott y que cuenta con Jordie, otro de sus hermanos, como una de las figuras.
Con un largo camino por delante, Scott Robertson necesitaba de estas dos victorias. Enfrente, Inglaterra se va con sensaciones positivas más allá de las caídas. Es un equipo en construcción y algunos ajustes de Steve Borthwick mejoraron en funcionamiento con respecto al semifinalista en Francia 2023. Esas mejoras le van permitir competir de igual a igual con Irlanda y Francia, una cuenta pendiente en las últimas ediciones del Seis Naciones.
El Eden Park mantiene su aura ganadora. Un estadio mítico, que no ve perder a los All Blacks desde 1994, incluidos cuatro encuentros de la Copa del Mundo de 2011. Desde 1921 sólo perdieron 10 tests en el Eden Park, con un 90% de victorias. Ahora acumulan 49 sin caídas y en poco más de un mes buscarán estirar esa racha a 50: en la segunda fecha del Rugby Championship recibirán a los Pumas.
Australia también ganó su serie 2-0. La victoria por 36-28 sobre Gales en Melbourne le dibujó una sonrisa al neozelandés Joe Schmidt en el arranque de su ciclo, que apunta de lleno al 2025, año en el que recibirán a los British & Irish Lions.
El local se equivocó menos y tuvo más convicción y claridad cuando atacó en una noche lluviosa en el sur de Australia. El triunfo dejó uno de los mejores tries en lo que va del año: una conquista de costa a costa, que empezó con la astucia de Tom Wright, continuó con la calidad de Andrew Kellaway, el apoyo de Fraser McReight y la definición de Filipo Daugunu debajo de los palos. El wing de origen fiyiano aprovechó una desinteligencia de Liam Williams para anotar otro en la segunda etapa. Los Wallabies recibirán a Georgia el próximo sábado en su último test antes del arranque del Rugby Championship.
El gran try de los Wallabies
Horas más tarde, Irlanda venció este sábado a Sudáfrica, vigente campeona del mundo, en un segundo test-match entre ambos equipos en Durban (este del territorio sudafricano), que se decidió en el último instante gracias a una conversión de Cirian Frawley.
Tras haber entrado en el minuto 60, el mismo jugador irlandés ajustó el marcador gracias a una primera conversión a los 70 y luego decidió la victoria para el XV del Trébol prácticamente cuando se había terminado el tiempo reglamentario de un igualado partido, en que solo hubo un ensayo.
Con esta victoria, Irlanda se toma la revancha tras otro test el pasado fin de semana ante Sudáfrica en Pretoria, donde perdió 27-20. Sudáfrica no perdía en casa desde su derrota ante Nueva Zelanda (35-23) en agosto de 2022. Los ‘Springboks’ jugarán un último partido ante Portugal la próxima semana, antes de afrontar el Rugby Championship en agosto ante Australia, Nueva Zelanda y Argentina.