jueves, 19 septiembre, 2024
InicioDeportesMurió Elba Pérez, una crítica que avivó el arte de la polémica

Murió Elba Pérez, una crítica que avivó el arte de la polémica

No trascendió en la prensa la muerte, el 19 de febrero pasado, de la profesora, crítica de arte y periodista Elba Pérez, a los 82 años. Fue colaboradora de LA NACION y de otros diarios como Clarín, Convicción y Tiempo Argentino, y de las revistas Panorama, Arte y Antigüedades, Clásica, Horizontes, Bermellón y First. Tuvo columnas en las radios Nacional, Municipal, Del Plata, El Mundo y Belgrano. También trabajó en la agencia Télam y fue jurado de los Premios Konex de Artes Visuales en 1982 y 1992. Había nacido el 27 de marzo de 1941, en Buenos Aires.

Elba Pérez a la izquierda, como jurado de los premios KonexGentileza Fundación Konex

Escribió introducciones, prólogos y monografías para libros y fascículos del Centro Editor de América Latina, Eudeba, Hispanoamérica y Atlántida sobre pintores, dibujantes, escultores y arquitectos como Goya, Paul Cézanne, Le Corbusier, Frank Lloyd Wright, Josefina Auslender, Eduardo Bendersky, Ernesto Deira, Miguel Carlos Victorica, Juan Carlos Distéfano, Mara Marini, Giancarlo Puppo y Hermenegildo Sábat, entre otros, y ensayos sobre pintura y escultura argentina del siglo XX. Su refinado estilo verbal, que conjugaba deliberados acentos arrabaleros y sabía a veces ser punzante, avivó el saludable arte de la polémica. Fue jurado en Salones Municipales nacionales e internacionales y asesora de la Fundación Antorchas.

Había estudiado en la Escuela Nacional de Bellas Artes Manuel Belgrano y en la Escuela Superior de Bellas Artes Prilidiano Pueyrredón; además de docente y periodista, fue dibujante. “La conocí como historiadora de arte -dice a LA NACION la curadora e investigadora María Teresa Constantin-. Cuando curé la muestra Cuerpo y materia. Arte argentino 1976-1985, de 2006, sobre el arte bajo la dictadura, en mis investigaciones alrededor del tema ella me parecía siempre como una persona a ser citada, porque había estado muy cerca de los artistas de los años 70 y 80. Su libro sobre Distéfano es muy importante. Era una referente de la crítica y una mujer muy culta”.

Siempre valoró la labor de prologuistas, curadores y encargados de la difusión del arte argentino, que era la suya. “Recordar a Elba Pérez, la crítica de arte de gran inteligencia y cultura que nos dejó hace unos meses, es reconocer su vasta trayectoria y su contribución al arte -dice la artista y presidenta de la Academia Nacional de Bellas Artes Matilde Marín-. Se especializó en la generación de los años 60 y continuó su labor crítica más allá de los años 90. Sus escritos sobre Aída Carballo, la formación de los primeros museos municipales y los 120 años de pintura en Córdoba son esenciales para estudiantes e investigadores. La recuerdo como una mujer hermosa, gentil e inteligente. Mi experiencia con ella en la muestra Discursos gráficos en 2012, que curé para OSDE bajo la dirección de María Teresa Constantin, fue enriquecedora. Su profundo conocimiento de la disciplina se reflejó en una extensa y detallada nota sobre la muestra. Recordar a figuras como Elba Pérez es honrar a quienes dejaron una huella significativa en el circuito del arte en Argentina”.

A continuación, un texto con el que Giancarlo Puppo, arquitecto y artista, y José Emilio Burucúa, profesor y escritor, despiden a Elba Pérez:

“Con Elba, a poco de conocernos en Atica coincidimos y compartimos, nos desvelamos y celebramos los buenos y malos artistas. Pero gozamos de Guidoriccio en la Siena de Lorenzetti, de Borromini en Roma, de la obra de Eladio Dieste y de las Iglesias de Cataluña. Nunca dejó Elba de buscar esas piezas particulares como las de Roberto Aizenberg, Juan Carlos Distéfano, Francisco Toledo y otros grandes artistas. Sin duda Quevedo y Goya fueron sus amigos, también Gaudí, Botticelli, Giotto, o Hieronymus Boshch y Jean Dubuffet.

Compartimos muchos cineastas y músicos, como Bach, Beethoven, Mozart o Debussy. ¿Qué mal hay en ello, si su ojo fue siempre impecable? Pero su escritura, su tejido verbal y escrito son perfectos y tan interesantes como impecables. Claros, precisos, al punto de ser poco disuasivos. La prosa de Elba es tan pulida que asusta… Se dirá, ¿por qué? Porque es inexplicadamente exacta, irreprochable.

El dibujo que ejerció con seriedad le sirvió para comprender a los maestros.

No confundamos su capacidad literaria con otros aspectos interesantes: un fraseo cristalino, que al releerse permite captar el trazo de una pluma casi mágica, de un sistema selectivo, despojado de toda riqueza imaginaria, simplemente portador de las cualidades de la sabiduría. ¿Y qué decir de su amor por la arquitectura? De allí su aporte para salvar la Iglesia de Dieste, su amor por Santa María la Blanca en Toledo y otros edificios en Toscana o en Roma.

Su casa impone otra lectura: libros, objetos y pinturas, desplegados a lo largo de paredes y muebles, muestran la amplitud de su visión. Sabemos que, como su compañero, el director teatral Yirair Mossian, amaba los gatos, seres perspicaces que no olvidan. Muchos objetos móviles o fijos hablan de una artista y de sus balcones repletos de plantas y flores… La suma se expresa nítidamente con poco lujo y mucha calidad.

Podríamos decir bastante más sobre ella, pero su obra en el campo de la estética es impagable. Pocos supieron abrir las puertas del arte -de todas las artes- como lo hizo Elba Pérez. Por esta razón, es lamentable que su partida haya pasado sin comentario ni recuerdo, inadvertida, a pesar de ser tanto lo que debemos a su trabajo y a su voz, ahora acallada”.

Conocé The Trust Project

Más Noticias