Eran las 9 del 24 de noviembre de 2022, época del Mundial de Qatar, cuando Carlos Suárez estacionó la camioneta Toyota SW4 blanca patente AE-617-PP en las inmediaciones del Complejo Penitenciario Federal I de Ezeiza. Junto con otras personas fue a visitar a Fabian Pelozo, un temible capo narco que opera en Rosario y que había sido detenido en una mansión en el country Lomas de Carolina, en las afueras de la ciudad de Córdoba. Este hombre, conocido como Calavera en el mundo criminal, creció de manera vertiginosa en el negocio narco. Es quien mueve el mayor volumen de cocaína en el país y logró armar la logística para enviar droga al exterior por los puertos del Gran Rosario y Zárate, con socios extranjeros.
La fortuna que había acumulado se cristalizaba en una historia que ocurrió ese día caluroso de noviembre. Cuando los visitantes salieron de la cárcel, la camioneta 4×4, cargado con lingotes de oro y droga, había desaparecido. La habían robado. La venganza no fue inmediata, sino premeditada. El jefe criminal le ordenó a sus lugartenientes un “trabajo”: averiguar quiénes se habían animado a robar ese botín. Llegó a ofrecer hasta 3.000.000 de pesos de recompensa por información. Juró vengarse. No exageraba.
La gente de confianza de Pelozo hizo intensas tareas de inteligencia en el conurbano bonaerense para averiguar quién se había animado a mojarle la oreja al nuevo jefe narco rosarino. La venganza se terminó de cocinar dos semanas después. El 10 de diciembre de 2022, un día después de que el seleccionado argentino de fútbol eliminara por penales a Países Bajos y se clasificara para las semifinales del Mundial de Fútbol, los mecánicos Silvio Vitullo y Diego Segura fueron quemados vivos cuando estaban inmovilizados en la parte trasera de una camioneta Citröen Berlingo. Los cuerpos fueron hallados calcinados en una zona descampada de Guernica.
“Al encontrarse afectado por la sustracción del vehículo, que aparentemente estaba cargado con sustancias estupefacientes, dinero en efectivo y lingotes de oro, Pelozo encomendó a personas de su confianza el hallazgo del vehículo y la identificación de los ladrones, a fin de tomar represalias contra los autores de esa sustracción, ofreciendo una recompensa de alrededor de $3.000.000″, sostuvieron Diego Iglesias, Matías Scilabra y Matías Álvarez, integrantes de la Procuraduría de Narcocriminalidad (Procunar), y Juan Argibay, en representación de la Procuraduría de Criminalidad Económica y Lavado de Activos (Procelac), en un dictamen donde solicitaron la detención de integrantes de la banda por su presunta participación en el doble crimen, tráfico ilícito de drogas y lavado de activos. También se dispuso la declaración indagatoria del capo narco y de Suárez, el Gordo Bichi, que ya estaban presos.
Los allanamientos para detener a los sospechosos, encomendados a la Dirección de Investigaciones de Crimen Organizado de la policía bonaerense y al Escuadrón de Operaciones Antidrogas de la Gendarmería Nacional y ordenados por el juez federal Carlos Vera Barros, se hicieron ayer a la madrugada. Fueron capturados 15 delincuentes. Queda un prófugo por atrapar.
En un primer momento, la investigación estuvo a cargo del fiscal Álvaro Garganta, funcionario al frente de la Unidad Funcional de Instrucción (UFI) N° 2 de Presidente Perón, con jurisdicción en el lugar del hallazgo de los cuerpos de las víctimas. El representante del Ministerio Público y detectives de la policía bonaerense pudieron reconstruir el móvil del doble homicido e identificar a quiénes estaban detrás del plan criminal, pero, finalmente, el juez de Garantías de Cañuelas Martín Rizzo, “por entender que las pruebas colectadas demostraban que el hecho investigado se correspondía con el accionar de una organización narcocriminal, lo que evidenciaba interés federal legítimo para otorgarle competencia al fuero de excepción”, según se desprende del expediente judicial.
Para los representantes de la Procunar, la organización liderada por Calavera Pelozo “tuvo por finalidad el despliegue de conductas delictivas vinculadas al tráfico de sustancias estupefacientes, núcleo de la actividad desplegada por la organización y, por consiguiente, la que le genera rédito económico”. Funcionó desde 2019 y continuó a pesar de que el jefe estaba tras las rejas.
En septiembre de 2020, a la banda liderada por Calavera Pelozo la Gendarmería Nacional le secuestró 389 kilos de cocaína. El 1 de julio pasado gendarmes le decomisaron casi media tonelada.
La investigación por el doble homicidio comenzó el 11 de diciembre de 2022, una semana antes de que la Argentina saliera campeón del mundo en Qatar. Ese día, autoridades de la comisaría 1ª de Presidente Perón fueron advertidas de la presencia de una camioneta utilitaria incinerada con un cuerpo calcinado en un predio rural situado en la avenida Néstor Kirchner y Chivilcoy, en la zona rural de Guernica. Después se comprobó que eran dos los cadáveres.
En un primer momento, se pensó que se trataban de los cuerpos de Lautaro Morello, de 18 años, y Lucas Escalante, de 26, los dos jóvenes que eran buscados desde el viernes el 9 de diciembre después de que salieran a festejar el triunfo de la Argentina contra Países Bajos.
Poco después se los identificó como Vitullo y Segura. Un año y ocho meses después, Escalante sigue desaparecido y el cuerpo de Morello fue encontrado semicalcinado también en Guernica, como los mecánicos.
“Los lindos”
La “investigación” que llevó adelante Pelozo y sus secuaces determinó que detrás del robo de la camioneta estaba la banda de Los Lindos. Dos de sus integrantes, Ema y el Paragua, estaban alojados en la cárcel de Ezeiza cuando sucedió la sustracción del vehículo. Terminaron “pinchados”, es decir heridos. Vitullo era parte de la organización, era quien “clavaba” los vehículos robados, le adulteraba los números de chasis y motor para venderlas.
Desde el penal de Ezeiza, Pelozo armó un grupo comando de sicarios rosarinos que debían encontrar a los culpables en territorio hostil: el conurbano bonaerense. Los días 7, 8, 9 y 10 de diciembre de 2022, desde Rosario, en varios vehículos, una camioneta Citröen Berlingo gris, una camioneta Ford Eco Sport roja y un Volkswagen Gol Trend gris, entre otros, parte de la banda recorrió los partidos de Almirante Brown, Ezeiza, Presidente Perón, Lomas de Zamora y Quilmes para tratar de recuperar la camioneta y encontrar a los ladrones. Así quedó registrado en filmaciones de cámaras de seguridad.
“Nosotros queremos saber quién clavó la chata. Lo vamos a torturar hasta que nos diga quién la compró y al que la compró lo vamos a matar”, escuchó un testigo esos días de diciembre de 2022.
En el dictamen presentado en las últimas horas por los representantes de la Procunar señalaron que “fue posible conocer que un grupo indeterminado de personas se había reunido en Monte Grande para obtener información sobre la sustracción del vehículo Toyota SW4″.
El 10 de diciembre de 2022, el día del doble crimen, la familia de Segura había organizado una fiesta sorpresa para celebrarle el cumpleaños. Para que no sospechara nada, su esposa le pidió a Vitullo que se lo llevara al taller de Longchamps todo el día. Esa casualidad los llevó a la muerte.
Vitullo tenía que ir al barrio El Triunfo, en Monte Grande, porque, supuestamente, había “entrado” una camioneta que tenía que “clavar”. Pero en realidad era una trampa. Lo habían entregado. Llegó a la cita en un Peugeot 504 con Segura.
“Fueron interceptados y reducidos por sus captores”, afirmaron Iglesias, Scilabra y Álvarez. Y afirmaron: “Pablo Martín de la Serna, Gustavo González, Mauricio Gómez, Ezequiel Gómez y Emilio Miranda dieron muerte a las víctimas mediante la ignición del vehículo Citröen Berlingo gris, que tenía colocadas las chapas patentes NZS-121, las cuales habían sido sustraídas de un vehículo estacionado en la vía pública la noche anterior, en cuya parte trasera Vitullo y Segura se encontraban inmovilizadas y con vida”.
Después de hacer inteligencia en el conurbano, y ubicar a Vitullo y Segura, los quemaron vivos dentro de un utilitario Berlingo. Los cuerpos estaban maniatados y, según las autopsias, los dos hombres fueron incinerados cuando aún estaban con vida. La saña y la venganza con la que asesinaron a estos dos hombres delinea el poder de Pelozo, que los investigadores de la Procunar exponen como el primer narco argentino con ínfulas de conformar un cartel internacional de tráfico de drogas.
El prófugo que queda por atrapar era parte de Los Lindos, había entregado a Vitullo para que los sicarios pudieran capturarlo y vengarse en nombre de Pelozo.
A la par de este doble crimen salvaje, que mostró cómo puede vengarse un narco, Pelozo se transformó en los últimos cinco años en un jugador de primer nivel en la estructura narco de la Argentina.
Una muestra del volumen de droga que manejaba Calavera desde la cárcel es un cargamento de 460 kilos de cocaína que fue secuestrado el 1º de julio pasado por Gendarmería a gente de su banda en la ruta 11, a la altura de San Justo, en Santa Fe. En las escuchas telefónicas los miembros de la organización hablan que ese cargamento era de 900 kilos. Es probable, según creen los investigadores, que una parte de la carga haya ido por otra ruta o en otro momento y no lograron secuestrarla.
Según la investigación judicial, Pelozo siempre se las arregló dentro de la cárcel para utilizar celulares y tener contacto con los miembros de su banda. Pero tras los mayores controles que implementó el Ministerio de Seguridad de la Nación contra los presos de alto perfil de los penales federales, Calavera tuvo que usar el ingenio para no perder el contacto con la organización. Usó a un abogado rosarino, que defendió hasta el año pasado, Gregorio Gómez para que fuera el mensajero. Por su rol de abogado, Gómez podía entrar a la cárcel y tener contacto con Pelozo cualquier día.
Gómez era quien luego informaba de las directivas a los otros miembros de la banda, entre ellos, Carlos Suárez, que fue detenido el 21 de julio en Rosario, acusado de ser el que lideraba el cargamento de 460 kilos de cocaína que fue secuestrado en San Justo. El 1º de julio pasado, cuando trasladaban el cargamento de droga, Suárez le confesó a su esposa que estaba “re nervioso” y que cuando estaba así no podía comer nada, sólo “tomar agüita”.
Horas después ese estado de ánimo le sugirió que algo andaba mal. Él iba adelante para detectar si la ruta estaba limpia de gendarmes. Llamó a Gómez y le dijo: “Estoy en un bar rosa, que se llama Carolina. Están a cien metros del control. Se pueden meter en un pueblito y buscar un lugar para dormir. Metan la chata y salimos a la madrugada”. El aviso fue en vano, porque el cargamento cayó en manos de Gendarmería.
Veinte días después fue detenido Suárez cuando estaba reunido con dos integrantes de la barra de Rosario Central, que después fueron liberados. Gómez fue detenido este viernes, acusado de conformar la asociación ilícita que lidera Pelozo, a quien había visitado en la cárcel los días 7, 15 y 20 de junio, previos al envío del cargamento de 460 kilos de cocaína. Se sospecha que el letrado recibía los detalles para “mover” la droga.
Gómez había conocido a Pelozo por una cuestión profesional. Lo defendió en una causa en Salta, en la que el narco estaba acusado en 2020 de trasladar 400 kilos de cocaína, en la que la principal protagonista de la historia era Adelaida Castillo, una expeluquera de Salvador Mazza devenida en narco. “Reina Titi”, como se la conocía a esta mujer, estaba ligada al poderoso clan Loza.
Pelozo en ese momento cumplía un rol secundario. No era el dueño de la droga, sino que hacía gestiones de logística y ponía el lugar para acopiar la cocaína en Ibarlucea, a 15 kilómetros de Rosario. Se presume que en esas maniobras conoció a quien es hoy su compañero de pabellón, y algunos sospechas su socio, el narco boliviano Jorge Adalid Granier Ruiz, conectado con el grupo brasileño Primer Comando Capital, y quien –según la DEA, como señala el expediente- proveía de cocaína al jefe narco rosarino Esteban Alvarado.
Fue en Ibarlucea donde el nombre de Pelozo comenzó a aparecer ligado a una trama trágica. No muy diferente al doble crimen en Esteban Echeverría. El 29 de enero de 2022, Iván Giménez, su pareja Érica Romero y la bebé Elena, de un año y medio, fueron ejecutados al salir de una boda de dos narcotraficantes Esteban “Pinky” Rocha y Brisa Leguizamón, que habían decidido hacer un despampanante festejo al reunir a la crema del narcotráfico de Rosario.
Horas después de la boda el nombre de Pelozo empezó a mencionarse en el círculo de la banda de Los Monos, cuyos algunos de sus integrantes habían estado en la fiesta de casamiento. Iván Giménez, uno de los ejecutados, era cliente de Calavera.
Anteriormente, su nombre también aparecía unido a historias tremendas con Esteban Alvarado. Pelozo fue mencionado por el testigo Carlos Argüelles, que fue asesinado en septiembre de 2021, tras declarar como arrepentido en la causa contra Alvarado, condenado a prisión perpetua. El mecánico advirtió que Pelozo era parte del clan Alvarado y que ambos habían asesinado a Nahuel Fernández, que está desaparecido desde agosto de 2018.
El testigo dijo que Calavera había colocado el cadáver del joven en un recipiente con cal y luego lo enterraron. Uno de los miembros de la banda de Pelozo, Oscar Godoy, fue asesinado el 19 de octubre de 2022. Cuando los fiscales de la Unidad de Criminalidad Organizada Matías Edery y Luis Schiappa Pietra revisaron el lugar se toparon dos tanques de 200 litros con cal que estaban enterrados y coincidían con el testimonio del testigo ejecutado. Nunca se pudo probar lo que dijo Argüelles, pero las sospechas permanecen intactas.