Contra lo que podía presuponerse, al final hacía unas horas nomás que había sido expulsado del bloque libertario, al senador Francisco Paoltroni se lo veía muy relajado este jueves por la tarde en el primer piso del Senado.
De saco, pero con una camisa cuadrille informal, salió sonriente de la Presidencia del Senado en busca de una computadora para escribir la nota que presentaría minutos después y en la que informaría la conformación de un monobloque.
“Se va a llamar ‘Libertad, Trabajo y Progreso’, como el partido que tenemos en Formosa”, adelantó. Enseguida agregó, en tono jocoso: “Iba a ponerle ‘La Libertad Avanza de Verdad’, pero decidí que mejor no”.
La expulsión lo tomó por sorpresa. Pero más llamativo es que tampoco sabía de la jugada la propia vicepresidenta Victoria Villarruel. Ambos se enteraron en la noche del miércoles a través de los medios de prensa. Que desde la Casa Rosada le escondan decisiones políticas a la vice no llama la atención. Sí que también lo hagan los senadores de LLA.
Aunque con fecha del miércoles, este jueves a la mañana el bloque de La Libertad Avanza hizo llegar a la Presidencia de la Cámara alta la nota dirigida a Villarruel en la que se solicitaba la expulsión de Paoltroni de la bancada libertaria.
El texto llevaba la firma de cuatro de los seis senadores que continúan en el espacio: Vilma Bedia, Juan Carlos Pagotto, Bartolomé Abdala y Ezequiel Atauche. Los otros dos, Ivanna Arrascaeta y Bruno Lucero, no firmaron porque no estaban en Buenos Aires. Trascendió que la puntana está engripada.
“Tenemos el agrado de dirigirnos a Ud. en nuestro caracter de senadores de La Libertad Avanza a efectos de solicitar la expulsión de nuestro bloque del Senador Nacional Francisco Paoltroni en virtud de diferencias irreconciliables”, dice la nota.
Apenas fue presentada, fue rechazada por improcedente porque se le solicitaba a Villarruel una decisión que le correspondía al bloque.
Una empleada legislativa volvió con la nota a su despacho y unos minutos después reapareció con el mismo texto pero con una enmienda. Habían tachado “solicitar” y escrito arriba, a mano, “comunicar”.
La desprolijidad revela, por un lado, que se les hacía imposible volver a reunir de apuro las cuatro firmas para una nueva nota. También deja al desnudo una grave falta de pericia -se escuchó más bien la palabra «torpeza»- parlamentaria. Y política.
El Gobierno tiene bancadas demasiado flacas en el Parlamento. Y en vez de sumar, se resta. Hace cuatro meses, su bancada de Diputados reunía 41 legisladores y era la segunda minoría de la Cámara baja. Tras la reciente decisión de echar a Lourdes Arrieta, una de las libertarias que visitó a los represores presos por crimenes de lesa humanidad, en la bancada quedan 37. La misma cantidad que el PRO.
Lo de las cifras es más que una simple cuestión símbolica. Impactan de lleno en la distribución de las cuotas de poder en el Congreso. Algunos ya observan que la baja en su cantidad de miembros terminaría de hundir la ambición del oficialismo de colar a alguien propio en la AGN.
Ahora, la bancada del Senado cayó de 7 a 6. También quedó con la misma cantidad que la del PRO. Una cifra pone en perspectiva la debilidad oficialista: el interbloque de Unión por la Patria suma 33.
Dato extra: la única cara más o menos pública de la bancada del Senado era Paoltroni. ¿Cuántos saben cómo luce, o el tono de voz, de Ezequiel Atauche, el jefe del bloque libertario?
En sectores del oficialismo se repiten los cuestionamientos a la despiadada forma de hacer política de la Casa Rosada. “Es inédito. Se la pasan maltratando y echando gente”, apunta un funcionario. Un aliado del oficialismo que no tiene vínculos con el peronismo apunta: «Menem y Néstor Kirchner sumaban a todos los que podían. En cambio ellos (por la Casa Rosada) son una máquina de echar».
Encima, en el Senado el Gobierno tiene un horizonte negro. Por presión de Karina Milei y Santiago Caputo, el oficialismo pidió una sesión para el miércoles próximo para tratar la Boleta Única de Papel.
La Rosada está desesperada por una victoria tras las tres derrotas encadenadas en el Congreso de la semana pasada. El problema es que aún no consiguió los 37 votos que necesita para la aprobación de la boleta. Se sigue negociando con la UCR y dos senadores de Santa Cruz.
De haber nomás sesión el miércoles, el peronismo irá a la carga para voltear el DNU que asignó fondos reservados a la SIDE. Y la UCR por la sanción del financiamiento educativo. Se avecinan dos nuevos duros reveses para el Gobierno. En el oficialismo admiten que no habría forma de frenar la tormenta.
Algo más. Los que llevan las cuentas, dicen que no están las firmas para el despacho de comisión de los pliegos de Ariel Lijo y Manuel García-Mansilla para la Corte. Mucho menos los votos para aprobarlos a posteriori en el recinto, lo que otra vez dejaría en evidencia la falta de pericia del Gobierno.
Hay una pregunta que se repite. ¿No le hubiera convenido negociar antes con, por ejemplo, el peronismo y la UCR la ampliación del máximo tribunal y designaciones en importantes cargos que se encuentran vacantes en vez de mandar dos pliegos que siguen sin reunir consenso?