El Hipódromo de Córdoba, emblema del Jockey Club de la ciudad, atraviesa su peor momento: con más de un siglo de historia, este espacio dedicado al turf se enfrenta a un desafío económico y cultural sin precedentes, donde los costos, la alta carga impositiva y la falta de apoyo estatal pusieron en jaque a una actividad que alguna vez fue símbolo de esplendor.
En una entrevista en el programa radial Punto y aparte, Ezequiel Mallía, presidente del Jockey Club Córdoba, explicó las razones detrás de la situación crítica del hipódromo. “El turf genera una pérdida anual de 300 millones de pesos, lo que nos lleva a buscar alternativas para que esta actividad sea viable y sustentable”, afirmó.
El problema se agrava con la carga impositiva. Mientras que la mayoría de las asociaciones civiles sin fines de lucro están exentas del impuesto a las ganancias, los clubes con carreras de caballos deben tributar.
Esto implica que el Jockey Club, como institución, está obligado a pagar este impuesto sobre toda su operación, y no solo sobre el turf. “Es una situación injusta, porque en nuestro caso no hay utilidades que repartir, sino que los ingresos se reinvierten en infraestructura y mantenimiento”, agregó Mallía.
Alternativas para revertir el déficit
Frente a este escenario, las autoridades del Jockey Club comenzaron a explorar estrategias para contrarrestar las pérdidas. Una de ellas es la implementación de una aplicación para realizar apuestas online, un recurso que permitiría competir con otras formas de juego online y atraer a nuevos apostadores. Según fuentes extraoficiales, la Lotería de Córdoba podría aprobar esta herramienta antes de fin de año.
Además, la institución evalúa reestructurar las agencias de apuestas locales, actualmente limitadas por altos costos laborales y bajos ingresos. Estas medidas buscan mejorar la eficiencia financiera sin comprometer la actividad hípica, aunque reconocen que el modelo deberá adaptarse para garantizar su sustentabilidad.
En paralelo, el club planea expandir otras actividades deportivas en terrenos ubicados camino a Alta Gracia. Este nuevo espacio podría incluir disciplinas como rugby, hockey y tenis, ofreciendo una alternativa para captar a nuevas generaciones y diversificar su oferta deportiva para generar recursos con más socios.
Desmienten el cierre, pero el futuro es incierto
Mallía fue contundente al desmentir los rumores de un cierre inminente del hipódromo. “Nunca hemos considerado vender el terreno; esto no está ni estará sobre la mesa. Nuestra prioridad es buscar un modelo que permita sostener esta actividad histórica”, declaró.
No obstante, el presidente reconoció que la viabilidad económica del turf es compleja. La falta de subsidios estatales, comunes en otras provincias como Buenos Aires, agrava la situación. “En el Hipódromo porteño, el turf se sostiene con ingresos de máquinas tragamonedas o subsidios provinciales. Aquí no contamos con ese apoyo”, indicó.
Sin embargo, otras fuentes ligadas a las carreras de caballos indicaron a PERFIL CÓRDOBA que, desde hace unos años, advierten “cierta intencionalidad de dejar morir la actividad” con el objetivo de disponer “de los valiosísimos terrenos donde está el hipódromo” para una eventual venta a desarrollistas. Esto fue descartado de plano por la máxima autoridad del club.
Un legado en riesgo
El Hipódromo de Córdoba, fundado en 1887, representa no solo un espacio deportivo, sino también un patrimonio cultural para la ciudad. Sin embargo, los socios activos vinculados al turf se reducen a apenas una docena, según Mallía, lo que evidencia una desconexión con las nuevas generaciones.
La situación también impacta en el empleo. Si el turf dejara de operar, cientos de personas que dependen directa o indirectamente de esta actividad perderían su sustento. Esto incluye desde peones y cuidadores hasta empleados en agencias y otros sectores vinculados.
Así es que el Jockey Club de Córdoba enfrenta un reto bien bravo: equilibrar la necesidad de adaptarse a los desafíos económicos actuales con la preservación de una actividad que forma parte de su esencia. Es que la cultura ecuestre dio origen al nombre de la institución.
“No hemos bajado los brazos y seguiremos trabajando para encontrar una salida. Pero también es fundamental que todos los actores, desde los socios hasta el Estado, entiendan la importancia de esta industria y colaboren en su sostenibilidad”, concluyó Mallía.