sábado, 28 diciembre, 2024
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Soledad Villamil: la actriz que se odió en El secreto de sus ojos (a pesar del Oscar) y encara cada nuevo trabajo como si fuera amateur

Desde el piso 11 de este hotel de la zona de Retiro se ve el río y un cielo que parece un lienzo en el que cada nube compite con otra para ostentar belleza y singularidad. Soledad Villamil termina su cortado y se dispone a comenzar la entrevista con Clarín. Enseguida uno entiende por qué en tantas notas se hace alusión a su mirada: enigmática y decorada por enormes ojos verdes.

En su última película, Una muerte silenciosa, Soledad Villamil interpreta a una mujer que quedó marcada por la traumática muerte de su marido y debe afrontar una nueva pérdida que la termina de “quebrar”. Dirigida por Sebastián Schindel, comparte elenco con Joaquín Furriel (como ya lo había hecho en 2018 con Las grietas de Jara), Alejandro Awada y Víctor Laplace, entre otros.

Dice la actriz: “Es un policial con suspenso, un género que me encanta. Antes de empezar a filmar tuvimos muchas charlas, muchos ensayos y fui profundizando en este personaje que es muy hermético. Una mujer que está muy metida para adentro, que ha sufrido la muerte de su marido en un accidente, experiencia que la ha dejado sola con una hija. Cuenta con un poco de ayuda de su cuñado (Furriel), pero no integra una familia feliz”.

Y agrega: “Es más bien una familia atravesada por el dolor, por la culpa y por lo ‘no dicho’. Ella guarda, contiene y sostiene, y después debe afrontar otra muerte que la deja totalmente arrasada”. El thriller (filmado en San Martín de los Andes, cuyo guión es de Matías Lucchesi) se estrena en los cines el 9 de enero, y fue producido por Buffalo Films, Pampa, Content Studios y Gloriamundi Producciones.

Villamil dice que, ante el desafío de hacer escenas tan fuertes y dramáticas como las de Una muerte silenciosa, siempre se pregunta cómo abordarlas sin caer en estereotipos. “Pensé en cómo enfrentaría este personaje en particular esa muerte y me enfoqué justamente en la hosquedad de esta mujer. Es una persona muy dura y en el momento en que está, quebrada por el dolor, sigue siendo así: no deja de estar enojada con el mundo”, afirma.

A Soledad Villamil le llovieron ofertas luego de hacer «El secreto de sus ojos», pero en principio ella odió su actuación. Foto: Emmanuel Fernández

Refiriéndose a su carrera, sorprende cuando admite: “Nunca supe lo que quería, siempre es algo que fui descubriendo mientras lo hacía. No tuve ni tengo muchos planes. Pero sí estoy satisfecha y contenta con lo que la vida me deparó. Como actriz, hoy siento que me puedo relajar en el set, lo que me permite disfrutar y jugar más. Digo jugar en el sentido más serio de la palabra, lo que me posibilita hallar sutilezas a la hora de actuar”.

A los 55 años, es consciente de que su actuación en El secreto de sus ojos (ganadora del Oscar a la Mejor Película Extranjera en 2010, donde compartió elenco con Ricardo Darín y fue dirigida por Juan José Campanella) marcó su carrera. Pero hace una confesión: “La primera vez que vi El secreto…, me odié (risas). Pero, bueno, con el paso del tiempo me fui aceptando un poco más. No suelo ver mucho las cosas que hago, porque ya está, ya las hice… Por esa película tuve muchos ofrecimientos para trabajar en otros países. Y hoy en día hay gente que me saluda en la calle y de repente me repite textos de alguna escena. Es algo fuerte lo que sigue ocurriendo con la película”.

-Además de odiarte cuando te viste por primera vez en El secreto…, ¿sos muy crítica cuando te ves actuar en otros proyectos?

-Cuando hago un trabajo, quiero que salga lo mejor posible. Pero ahora, cuando me veo, no soy tan despiadada como antes conmigo misma. A mí no me gustaba nada de lo que veía. Miraba las películas y sentía que debía hacer todo de nuevo. Esa autocrítica de la que estoy tratando de alivianarme es muy del ego, del narcisismo, ¿viste? Eso de: “Tendría que ser mejor, tendría que ser perfecto”. Nada era suficiente. Con los años, mi autoexigencia aflojó un poco. ¡Sólo un poco! (Risas).

-También comentaste que, cuando te dan un guion, te obsesionás con el personaje a interpretar.

-Siempre es un desafío crear con tu actuación un ser que no existe, poniéndole el cuerpo y las emociones. Es un trabajo que comienza desde cero cada vez. No podés ir con una fórmula o una receta, porque en realidad cada personaje, cada conflicto, cada historia, cada director o directora, te presentan una realidad nueva que nunca viviste antes. Pero por otro lado, ese desafío en el cine es muy colectivo. No pienso que estoy sola trabajando. Sé que la posición de la cámara me va a ayudar; también, la luz, el vestuario, el relato, mis compañeros. Todo tiene que estar ensamblado.

-¿Tu secreto para no sobreactuar?

-A lo largo de los años me empezó a interesar ese registro en el que confío en que la cámara está viendo algo a pesar de que yo no lo explicite tanto desde lo gestual. Confío en que la cámara puede leer el alma del actor o la actriz. Estoy formada en el teatro, donde toda la expresión de tu cuerpo está arriba del escenario y transmite. En cine o televisión es distinto: la cámara está tan cerca que con un pequeño movimiento o una mirada, contás muchísimo.

En «Una muerte silenciosa», Soledad Villamil interpreta a una mujer quebrada por el dolor. Foto: Emmanuel Fernández

Mirá quién canta

Villamil en “modo actriz” brilló en cine, teatro y televisión, ganando varios premios internacionales. Y se proyectó también como cantante a partir de 1998, con Glorias Porteñas. Grabó cuatro discos: Canta (2007), Morir de amor (2009), Canción de viaje (2012) y Ni antes ni después (2017).

“Para mí, cantar en público fue como hacer salto con liana, cosa que no me animaría a hacer jamás. El hecho de salir al escenario sin personaje fue como tirarme al abismo”, expresa al intentar analizar la osadía que la impulsó a convertirse en cantante.

-Al escucharte cantar, sobresale tu manera de interpretar. ¿La música también te brindó herramientas en tu forma de actuar?

-Siempre se alude a la musicalidad del texto. También es música la interacción con otros personajes. No es lo mismo si te doy una réplica rápido, que si hacemos un silencio. Todo tiene un ritmo. Para mí, actuar y cantar tienen en común que en ambas expresiones artísticas soy una intérprete. Por más que algunas canciones las escribo yo, al subirme al escenario o ponerme delante de una cámara, o cuando estoy cantando una canción, siempre estoy interpretando una historia.

Una larga historia de amor

Soledad Villamil está en pareja con Federico Olivera desde 1996. Tiene dos hijas y se casaron en 2021. Foto: Emmanuel Fernández

En 1996, mientras filmaba La vida según Muriel en Villa La Angostura, Soledad se enamoró del actor y dramaturgo Federico Olivera, con quien formó una familia (son padres de Violeta, de 24 años; y Clara, de 19). En 2021 decidieron formalizar y casarse.

Es así como en una época de “amores líquidos” y efímeros, ella dice que no hay un secreto para conservar un vínculo sentimental durante tanto tiempo. Seguramente, ayuda que comparten muchas pasiones y proyectos.

En 2004 estrenaron el espectáculo Matar el pensamiento, escrito y dirigido por él e interpretado por ella. En 2020, tocaron en el teatro El Picadero. En 2021, hicieron dos shows en España. Además, grabaron algunos temas juntos.

Soledad afirma: “Compartir la vocación y el interés por la música y la actuación es algo que nos divierte. Los dos somos muy apasionados por lo que hacemos, entonces considero que es una parte muy importante de nuestra relación. Después, secretos para estar desde hace tanto tiempo juntos, no tengo ni idea… Creo que es una combinación de cosas: cómo nos llevamos entre nosotros y con nosotros mismos, él con él y yo, conmigo. Nos damos espacio y tenemos la suerte de habernos conocido. No tengo una receta, y a lo mejor esa es la clave: no tener ninguna receta”.

Ahora bien, la maternidad para Soledad Villamil es un capítulo de su vida muy enriquecedor. Su hija mayor, Violeta (24), estudia Letras y la menor, Clara (19), terminó la secundaria y estudia música.

Video

Trailer de «Una muerte silenciosa»

-¿Sos la mamá que esperabas?

-¡Qué pregunta difícil! Voy siendo una mamá: fui madre de bebés, de niñas y ahora de jóvenes casi adultas. Y me gusta decir que con la maternidad “voy en gerundio”, o sea, “voy siendo”. Nada fue nunca como lo podría haber pensado antes. Siempre es algo nuevo. El vínculo madre-hija está en movimiento todo el tiempo, por eso no le creería a alguien que dijera que es una buena o una mala madre. Las mujeres tenemos un peso, un mandato muy grande de ser buenas mamás, pero… ¿qué es ser una buena madre? Yo trato de correrme del arquetipo tan pesado que implica ese rol.

-¿Te gustaría que fueran actrices o se dedicaran a la música?

-Las dos se interesan mucho por el cine, el teatro, la literatura, la música, o sea, por el arte en general. Son inquietas y les atrae la cultura. Siempre escucho lo que opinan de mis trabajos, es algo que me aporta mucho. Es interesante lo que ellas tienen para decir.

La política cultural

Soledad Villamil, en «Una muerte silenciosa». La película se estrena el 9 de enero.

Durante la primera entrega del premio Martín Fierro a la industria del cine, entregado por APTRA (Asociación de Periodistas de la Televisión y Radiofonía Argentinas), Soledad Villamil ganó la estatuilla en el rubro Mejor Actriz de Reparto en Drama por su papel en Goyo, escrita y dirigida por Marcos Carnevale. Y aprovechó el discurso de agradecimiento para expresar su crítica a las políticas culturales del Gobierno. “Pareciera ser que todos los artistas fuéramos garrapatas o parásitos que vivimos del Estado. No sólo no comparto esa idea, sino que está largamente demostrado que no es así”, expresó.

Ahora agrega: “A mí me interesa mi país y su realidad política, y sentí que en esa ocasión necesitaba expresarlo. No como un posicionamiento político en relación al Gobierno en general, sino en particular en el contexto en el que la industria audiovisual argentina está siendo castigada de una manera que no tiene antecedentes en la historia. Esta es una industria importante que genera mucho movimiento económico, trabajo para muchas personas y reconocimiento internacional”.

-En una entrevista reciente, Juan José Campanella dijo que no quería hablar más de política y que consideraba un error que los artistas lo hicieran porque termina perjudicándolos… ¿Coincidís?

-Son cuestiones muy personales. Para mí, la grieta es el mejor invento que encontró una parte del poder para dividirnos y estigmatizarnos. Alguien que la está pasando como el culo, como mucha gente en este país, sin ninguna prueba ni dato, escucha el discurso de que somos personas que vivimos de la teta del Estado y lógicamente que se genera una mala predisposición hacia sus propios artistas. Pero, ¿quién va a contar la historia de esta película si no lo hacemos nosotros? ¿Quién va a contar la historia de Cromañón (serie que ella protagonizó) si no lo hacemos los argentinos? Además, Una muerte silenciosa fue realizada con apoyo del INCAA (Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales). Así que hoy, con las nuevas políticas, ya no se podría hacer… Lo que está sucediendo es muy grave.

Alma amateur

Soledad Villamil habló en la entrega de los Martín Fierro. cree que la grieta es el «mejor invento que encontró una parte del poder para dividirnos y estigmatizanos». Foto: Emmanuel Fernández

Villamil desvía un momento su mirada, algo del mágico atardecer urbano la atrae. Y vuelve a la entrevista. Confiesa que disfruta muchísimo de estar en su casa. Adora la jardinería y leer.

“Me cargan porque cada tantos años vuelvo a La Guerra y la Paz (novela del escritor ruso León Tolstói) y en estos momentos de nuevo la estoy releyendo (risas). Es larga, si ya sé, debe ser la cuarta vez que la leo. Empecé a hacerlo desde chica… Pero también estoy con novelas como la de Inés Garland, que se llama Diario de una mudanza, y otra de Virginia Higa, Hechizo del verano”, agrega la actriz, que dice que se cuida haciendo gimnasia con pesas y yoga, además de salir a caminar, mientras escucha música y podcasts.

-¿Qué consejos les darías a los jóvenes que dan sus primeros pasos en la actuación?

-En los ’90, frecuenté espacios de teatro como el Parakultural o el Centro Cultural Ricardo Rojas. Junto a otros actores y actrices, nos entrenábamos mucho y producíamos nuestro propio material. Por ahí ibas a algún casting, pero no estabas esperando solamente tener una oportunidad de que te llamasen para una película. A mí me hizo muy bien estar en movimiento y producir con mis compañeros, escribir tu material, probar, hacer, hacer y hacer. No quedarse solamente esperando que te suene el teléfono Usando una palabra de moda, es como empoderarse y no solo quedarse sujeto a ser elegido.

-¿Qué te decidió a ser actriz?

-Cuando fui a ver una versión de Alberto Ure de la obra El Padre, vi actuar a Cristina Banegas y por ella quise ser actriz. Ella siempre fue una referente. De las actrices internacionales me gustan mucho Meryl Streep, Juliette Binoche e Isabelle Huppert, entre muchísimas otras.

-¿Quiénes te gustan de las nuevas camadas?

-Hay actrices increíbles como Camila Peralta. Me tocó trabajar en la serie Cromañón con Olivia Nuss; y con Carmela Rivero en Atrapados. Son muy buenas. Solo por nombrar algunas, pero hay muchísimas más.

Soledad Villamil, en una escena del filme «Una muerte silenciosa».

-Eludiendo los clichés, ¿qué importancia tendría el éxito a lo largo de tu vida ?

-¿Éxito? Es una palabra mentirosa, un concepto engañoso. Por lo menos en el uso más común que tiene es algo muy superficial. Vos podés tener mucho éxito con tu trabajo y estar muy triste por algo. El éxito tal como se vende hoy en las redes sociales es una máscara.

-¿Tenés alguna premisa interior cada vez que te enfrentás a una cámara o te subís a un escenario?

-Trato de mantenerme siempre como amateur. Nunca pienso: “Bueno, es un laburo más”. Eso es lo que para mí no sería una actitud amateur, sino algo profesional en el peor de los sentidos. Son esos actores que llevan su “muñequito armado” y lo aplican a todas las historias. Eso no me divierte. El momento en que estoy actuando es una entrega en la que siento que lo que hago es lo más importante del mundo. En ese instante me la estoy jugando por completo.

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