jueves, 13 febrero, 2025
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El nerviosismo de Milei y las 5 crisis que busca esconder el stalinismo liberfacho

En los últimos días, uno de los movimientos más destacados de la escena política fue el exacerbamiento del autoritarismo de Javier Milei y su hermana Karina, ya no solamente hacia afuera, sino especialmente hacia adentro de sus filas.

Ramiro Marra, referente importante y fundador de La Libertad Avanza, fue expulsado del espacio hace unos días mediante un escueto comunicado publicado en X (ex Twitter). El lenguaje de aquella misiva ya era duro: “Todos aquellos que no respeten la agenda del Presidente serán expulsados. No importa quiénes sean”. Sin embargo, el tono aquel parece suave comparado con lo que vino después. Esta semana Javier Milei se refirió al tema en una entrevista y explicó que a Marra “lo ejecutaron”.

En ese mismo reportaje, el presidente afirmó que “dicen que mi hermana tiene una guillotina. Bueno sí, tiene una guillotina. Si usted hace cosas en contra de los parámetros que nosotros tenemos, guillotina”.

No fueron solo palabras, sino también hechos. Esta semana el presidente expulsó al titular de Anses, Mariano de los Heros (por haber adelantado que se prepara una reforma jubilatoria), y a Sonia Cavallo -era embajadora ante la OEA-, la hija del ex superministro menemista que era considerado por Javier Milei “el mejor economista de la historia argentina” y ahora es calificado como “impresentable” por cuestionar algunos aspectos del modelo económico. La ligó la hija. Son nombres que se suman a la extensísima lista de despedidos en apenas algo más de un año y que incluye a ex altos funcionarios como Nicolás Posse o Diana Mondino, entre muchísimos otros, lo que da como resultado que en lo que va de mandato Milei echó a dos funcionarios de alto rango por semana.

Pero, ¿cuáles son los hilos conductores de tanto nerviosismo por parte de Javier Milei y su hermana, que hace que consideren necesario el aplastamiento de toda disidencia, eso que el periodista Ernesto Tenembaum llamó el «stalinismo de Milei»? Quizás, es que más allá del relato y las batallas de Twitter, no todo está tan bajo control. Veamos algunos elementos.

1) La economía no arrancó bien en el año electoral que será decisivo para el devenir del gobierno de Milei. El camino hasta octubre se hace largo. Ya no es solo la economía real, algo que ya era obvio para quienes ven caer sus salarios, sus jubilaciones, sus prestaciones de salud o educación o pierden el empleo. También empiezan a quedar más claramente al desnudo lo precario del esquema financiero y ciertas dudas de “los mercados”, que van acompañadas de los correspondientes rumores u operaciones sobre la posible salida de Luis Caputo o su hipotética subordinación a Federico Sturzenegger. La Bolsa argentina cayó más del 10 % en un mes. El Banco Central viene vendiendo millones de dólares de reservas que escasean para buscar el objetivo central del oficialismo: intentar no devaluar antes de las elecciones, para que no repunte la inflación y eso lo conduzca a una derrota electoral que retroalimentaría las crisis económica y política (en este combo se suma la incertidumbre respecto de si habrá alianza con el PRO). La apertura comercial y el déficit de cuenta corriente tensan más todo, a la vez que es cada vez menos clara la fecha de salida del cepo. La afirmación creciente de que “el dólar está atrasado” es la que más irrita el nerviosismo de Milei. Pero ese planteo lo hacen desde economistas liberales como Domingo Cavallo, hasta las patronales del campo o sectores de la industria. Más aún, el FMI estaría exigiendo algún tipo de devaluación para el único objetivo que le interesa: que Argentina acumule dólares para pagar la deuda externa. Justamente, y más allá de alguna “corrección” o “toma de ganancias”, la demora en firmar el acuerdo con el FMI es uno de los motivos que hacen dudar a los mercados por estos días. Aunque se termine firmando en las próximas semanas o meses, e incluso aunque logren pilotear la situación hasta octubre (lo cual está por verse), las tensiones del modelo económico ya están expuestas. De paso, también cabe señalar que queda al desnudo aquel verso del RIGI de que el país se iba a salvar con una lluvia de inversiones. Por ahora es todo bicicleta financiera, blanqueo y prenderle una vela al FMI. Para las mayorías, cualquiera de estas opciones constituye una trampa: ni el esquema empobrecedor de Milei, ni una devaluación que pulverice aún más los ingresos. Hay que hacer un desconocimiento soberano del mecanismo de saqueo de la deuda externa.

2) El falso amigo Donald Trump. La llegada del republicano ultraderechista a la Casa Blanca, junto a Elon Musk y a todos sus secuaces, fue festejada por Javier Milei hasta el cansancio y utilizada como un supuesto avance para su “batalla cultural”. Sin embargo, y como tantas otras cosas, fue un símbolo sobrevendido. Más allá de los gestos, la llegada de Donald Trump al poder potenció el fortalecimiento del dólar y una política proteccionista de suba de aranceles que no solo no tienen nada que ver con el “libre comercio” que vende el presidente argentino, sino que empeoraron cualitativamente las condiciones internacionales para la economía nacional, presionando a la devaluación a distintos países justamente en el momento en el que Milei se aferra al tipo de cambio como su única salvación. En las últimas horas, incluso, el mandatario estadounidense habló del déficit de su país con Argentina, en un contexto en el que Milei propicia un acuerdo de libre comercio con Estados Unidos. Aunque tanto el republicano como el argentino mañana borran con el codo lo que hoy escriben con la mano, son gestos que indican que no todo será tan lineal ni tan fácil. Por ahora, Milei se arrodilla suplicando alguna ayuda para que salga el acuerdo con el FMI.

3) Davos, un tiro por la culata. Emborrachado de euforia trumpista después de ir a la asunción del republicano en Estados Unidos, Javier Milei pasó por Suiza y destiló un discurso de odio contra la diversidad sexual y contra las mujeres que fue inmensamente repudiado. Antes también había amenazado a los «zurdos hijos de puta». En un grave error de cálculo, perdió una de las fortalezas coyunturales más grandes que tenía, que era monopolizar el centro de la escena política, ya que pocos días después una inmensa multitud en las calles de todo el país le dio una derrota a su discurso reaccionario y demostró que existe una gran oposición política y social a su gobierno. Ahora, en un intento de corregir esa situación, están queriendo cambiar la agenda hacia un endurecimiento del Código Penal y hacia un punitivismo de ultraderecha respecto de la llamada “inseguridad”. Muy probablemente será uno de sus ejes de campaña electoral.

4) Encuestas que marcan falta de consenso para sus planes de fondo. Según un informe reciente de la consultora Atlas realizado en conjunto con Bloomberg, un 63 % de los argentinos considera que la situación económica está mal. Al mismo tiempo, el estudio señala que la desaprobación de Milei creció de un 45,4 % en diciembre a 49,9 % en enero, con una aprobación que pasó de 47,4 % a 46,8 %, dando cuenta de la polarización que venimos señalando y de una coyuntura de estancamiento y leve retroceso del gobierno en su imagen pública. Más importante aún, un estudio de Zubán Córdoba y Asociados de este mes concluyó que el 67,8 % de los argentinos piensa que el Estado debería garantizar la igualdad de oportunidades para los ciudadanos. También un 66,6 % opinó que los multimillonarios deberían pagar más impuestos que el resto, mientras que un porcentaje similar (66,5 %) contestó que en su parecer la desigualdad de ingresos entre ricos y pobres es muy alta en Argentina. Son indicadores, en consonancia con otros que hemos citado anteriormente respecto de la opinión mayoritaria a favor de un Estado más grande que provea más servicios, que dan cuenta de una gran contradicción para el discurso oficial y su batalla cultural respecto del achicamiento del Estado. Principalmente, también, esta dinámica entre los planes del gobierno y sectores amplios de la población anticipa futuros choques de la lucha de clases. El despido del titular de Anses por anunciar una reforma jubilatoria en pleno año electoral no se puede entender de forma separada a esta falta de hegemonía del gobierno para sus planes. Tampoco los ataques reiterados y enfurecidos a la izquierda, que es la que apuesta a derrotar el plan de Milei con la movilización en las calles.

5) Con el arriba nervioso y el abajo en el que algo que se mueve. Mientras por arriba crecen las dudas, por abajo comienzan a cambiar algunas cosas. La multitudinaria movilización contra el discurso reaccionario de Davos fue la clara muestra de que existe una amplia franja de la población dispuesta a movilizarse contra los ataques cuando hay convocatorias claras. Subraya, a su vez, la enorme responsabilidad de las conducciones sindicales que están borradas desde hace meses. Junto con el PRO, los radicales y los peronistas que le votan leyes y vetos en el Congreso Nacional, son los responsables de que Milei tenga hasta ahora “gobernabilidad” para sus planes. Pero por abajo surgen también otros fenómenos, aún incipientes, que es necesario apoyar y coordinar. Son los trabajadores y trabajadoras del Hospital Bonaparte que luchan contra los despidos y el vaciamiento al igual que otros sectores de la salud pública y los sitios de la memoria; los jubilados que persisten movilizándose todas las semanas; los miles que actúan de forma solidaria ante los incendios en la Patagonia y en provincias como Corrientes ante la actitud criminal del Estado y de los grandes propietarios; los que se plantan en empresas como Shell, Pilkington, Praxair y otras contra los despidos; los que repudian los fusilamientos de la Gendarmería de Patricia Bullrich en Salta y Jujuy con complicidad de los gobiernos peronista y radical respectivamente; las y los que se preparan para movilizarse masivamente otra vez el 8 y el 24 de marzo, entre tantos otros.

El modelo de Javier Milei empieza a mostrar sus contradicciones. Es cierto: aún tiene en lo esencial el apoyo del gran capital financiero, la complicidad de burócratas y hasta los guiños de quienes le votaron la media sanción de anulación de las PASO para que diseñe las elecciones como quiera (incluyendo a 25 diputados del peronismo). Pero crece cada vez más la idea de que se lo puede enfrentar. Es hoy, y es ahora. Y no solo con lucha: también con un programa para que la crisis la paguen los capitalistas, porque cuando esto se hunda, no habrá que mirar al pasado buscando recetas que ya fracasaron.

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