El endurecimiento de las políticas arancelarias en los Estados Unidos, ordenadas por el presidente Donald Trump y apuntadas especialmente contra China, provocaron un sismo en los mercados de todo el mundo. Uno de los sectores más afectados por esta incertidumbre es la fabricación de celulares.
La proudcción de teléfonos móviles, que depende en gran medida de componentes y ensamblaje asiático. Los fabricantes podrían enfrentarse a una acumulación de inventarios debido a caídas en la demanda de mercados clave o interrupciones en las cadenas logísticas.
Aunque todavía no está claro el alcance que tendrán las medidas arancelarias de Trump, el consumidor argentino podría beneficiarse en ese escenario. El alto costo de los celulares a nivel local es un tema que preocupa al Gobierno nacional, y está atado a otra cuestión: el régimen fiscal de Tierra del Fuego, donde se fabrica alrededor del 90% de los móviles que se comercializan a nivel local.
La Argentina cuenta actualmente con un parque de 45 millones de líneas activas de telefonía móvil. Pero según los datos de la consultora Carrier & Asociados, 2024 fue el peor año en ventas de la última década, con apenas unos 5,8 millones de equipos vendidos, muy lejos del 2021, cuando después del freno producto de la pandemia se despacharon 10,4 millones de terminales.
«Hay una carga impositiva importante que hace que los móviles sean mucho más caros en la Argentina con relación a otros países, aunque no es en el único rubro en el que eso que ocurre», señaló ante iProfesional Enrique Carrier, director de Carrier & Asociados. Para este consultor, no es solo el régimen de Tierra del Fuego lo que encarece el costo. «Hay otra faceta que es el ‘costo argentino’, que nunca se sabe muy bien de que se compone», afirmó.
Uno de los efectos de esta distorsión es que la reducción de la brecha cambiaria permitió en 2024 que volviera a ser atractiva la comprar de equipos fuera del país, una modalidad que aprovechan tanto usuarios finales como el «mercado gris» de importadores.
Planta de Newsan en Ushuaia dedicada a celulares.
Celulares fueguinos en la mira
Carrier estimó que en el último año orilló las 700.000 unidades, y que este año podría superar el millón de equipos. «Hasta fines de 2023, cuando los ensambladores de Tierra del Fuego importaban a valor de dólar oficial, no era competitivo importar. A partir de que la brecha se acortó, lo que aparece es el contrabando», dijo.
La analista principal de Counterpoint Research, Tina Lu, advirtió que «el régimen de Tierra del Fuego aporta un valor agregado mínimo a la industria local, que tampoco necesita mucho, porque comparativamente es un mercado chico». Según datos de esta consultora, el 19% de los costos de un móvil en la Argentina corresponden a derechos de importación.
Por ejemplo, un Samsung Galaxy S24 Ultra cuesta en la Argentina unos 2.600 dólares, mientras que en Chile está en 1.800 dólares, y en los Estados Unidos, 1.199 dólares. Las diferencias más grandes se dan en el iPhone 16 Pro Max, y con valores que no registran el impacto posible de la guerra arancelaria desatada por Trump: 5.000 dólares en la Argentina, contra 2.500 dólares en Chile y 1.599 dólares en los Estados Unidos.
En el caso del plegable Motorola Razr 40 Ultra 5G, en la Argentina se vende a 2.200 dólares, mientras que en Chile baja a 1.500 dólares, y en EEUU, 999 dólares.
Entre las empresas radicadas en Tierra del Fuego se destacan:
- Newsan ensambla celulares de Motorola y en 2024 incorporó a Infinix, perteneciente al grupo chino Transsion Holdings.
- Mirgor trabaja con Samsung en celulares y otros dispositivos electrónicos.
- IFRESA se encarga de la producción local de Nubia.
- Telecomunicaciones Fueguinas ensambla dispositivos de Realme.
- Etercor-Solnik es el socio local de Xiaomi.
- BGH ensambla celulares de la marca Tecno, perteneciente también a Transsion Holdings.
Planta de Mirgor en Río Grande. Tierra del Fuego.
5G no mueve el amperímetro del mercado de celulares
Lu señaló que, además del peso de los derechos de importación, los altos costos logísticos y laborales también encarecen el precio final de los celulares. «A pesar de los beneficios fiscales del régimen fueguino, la mano de obra sigue siendo mucho más cara que la asiática», explicó la analista.
Otro factor que incide negativamente en la competitividad del mercado argentino es el prolongado ciclo de recambio de terminales. Mientras que en los mejores años del sector el promedio era de 18 meses, hoy supera ampliamente los tres años, apenas por encima de Brasil, donde ronda los cuatro años.
En contraste, en Chile los usuarios renuevan sus equipos cada dos años, lo que los vuelve un mercado más atractivo para los fabricantes. Según las proyecciones que circulan en el mercado, hacia fines de 2025 el mercado local podría alcanzar entre ocho y nueve millones de móviles vendidos.
Ante este panorama, la preocupación del Gobierno por encontrar mecanismos que permitan abaratar el precio de los terminales se suma a la de los fabricantes, que aún no logran introducir con fuerza los nuevos dispositivos con tecnología de telefonía móvil de quinta generación (5G).
Para Tina Lu, «lo que ocurre en la Argentina forma parte de una tendencia regional». Entre las causas, destaca la reciente llegada de varias marcas, como Infinix, Oppo o Nubia, mediante alianzas con ensambladoras locales, lo que las obliga a competir con precios agresivos para ganar participación.
Carrier señaló que el retraso en el despliegue masivo de equipos 5G también se explica porque «la gama media y baja concentra casi la totalidad de las ventas«, y porque «los consumidores todavía no perciben un valor agregado que justifique reemplazar sus terminales 3G o 4G». Mientras el mercado regional creció un 14% en el último año, la Argentina pasó de vender unos 10 millones de unidades en 2023 a apenas 6,5 millones en 2024.
¿Cómo se revierte esta situación? Carrier plantea que «hay varios aspectos a revisar. Al menos una parte de la solución sería equiparar las condiciones de mercado y eliminar impuestos y aranceles diferenciales que hoy rigen en Tierra del Fuego«. Para Lu, una parte de la salida pasa por reformular el régimen fueguino: «en definitiva, es un impuesto que termina pagando el usuario final y encarece innecesariamente los equipos».