Movida por propósito, calidad de vida, salud mental y bienestar, la Generación Z ha mostrado un enfoque cada vez más cuestionador. Fuertemente influenciados por la tecnología y con valores diferentes de las generaciones anteriores, estos profesionales han impulsado cambios significativos en el mercado laboral, además de aumentar la práctica de tendencias antes menos frecuentes; entre las más prevalentes están los llamados quiet quitting y revenge quitting.
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El término quiet quitting (o renuncia silenciosa, en español), aunque parece tener relación con la decisión de salir de la empresa, se refiere, en realidad, al fenómeno donde los colaboradores cumplen solo con las responsabilidades mínimas de sus puestos, sin involucrarse más allá de lo necesario. Esta actitud es, a menudo, una respuesta a la falta de satisfacción o reconocimiento en el trabajo. Por otro lado, el revenge quitting (o renuncia por venganza) ocurre cuando los colaboradores deciden salir de la empresa como forma de protesta contra malas condiciones de trabajo o gestión inadecuada.
Además, otra tendencia que ha surgido entre esta generación es la de las “micro jubilaciones”, que se refiere a la práctica de tomar pequeños descansos a lo largo de la carrera para evitar el burnout y mantener la salud mental; la desconexión digital fuera del horario laboral; más flexibilidad en el trabajo, prefiriendo ambientes que ofrecen oportunidades remotas y/o con horarios flexibles; valoración de la sostenibilidad y la responsabilidad social corporativa y promoción de la diversidad e inclusión. Además, los colaboradores de la Generación Z prefieren trabajar para compañías que son transparentes y auténticas en sus comunicaciones y acciones.
Este nuevo contexto genera un desafío muy importante para las compañías en la mejora de lo que se denomina la Propuesta de Valor para el Empleado (Employee Value Propostion o EVP, por sus siglas en inglés), es decir, el conjunto de beneficios y valores que una empresa ofrece a sus colaboradores a cambio de sus competencias, compromiso y desempeño. La EVP incluye no sólo la remuneración financiera, sino también aspectos como el ambiente de trabajo, oportunidades de desarrollo y crecimiento, reconocimiento, equilibrio entre vida profesional y personal, y la cultura organizacional.
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En este sentido, y para que sea eficaz, es fundamental que la EVP esté conectada a las distintas demandas generacionales, funcionando como un facilitador de la estrategia de personas y de negocios de las organizaciones. Independientemente del mercado de actuación, los colaboradores que se sienten valorados y conectados con la misión y los valores de la empresa tienden a ser más productivos, y el correcto alineamiento de los elementos de una EVP puede crear un ambiente de trabajo positivo, que incentiva el alto rendimiento y la innovación.
La implantación de una propuesta de valor para el colaborador es una iniciativa crucial para las empresas que desean destacarse en el mercado laboral actual. Aplicarla de la manera correcta no solo asegura la ejecución de una estrategia de personas alineada a la estrategia del negocio, sino que también promueve un ambiente de trabajo positivo y productivo, ampliando la conexión intergeneracional, además de estimular el compromiso y el sentido de pertenencia.
* Head de Human Capital para Latinoamérica en Aon,