Giacomo Casanova (1725-1768) llevó una vida multifacética: fue diplomático, espía, violinista, bibliotecario y, según algunos, estafador, pero es recordado hoy como el mayor seductor de todos los tiempos.
Famoso por sus memorias, «Histoire de ma vie» (Historia de mi vida), un manuscrito de 3.700 páginas, Casanova describió sus numerosos amoríos, incluyendo relatos que incluían tríos con monjas e incluso encuentros incestuosos con su propia hija.
En sus narraciones, destacó su pasión por las mujeres y su incontrolable deseo de complacerlas: «Siempre he encontrado que la mujer que amaba olía bien, y cuanto más abundante era su transpiración, más dulce me parecía. El placer de los sentidos es el único que he perseguido sin descanso, y en cada abrazo he buscado no solo mi gozo, sino el de ella, porque en su satisfacción encontraba la mía».
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Nacido en abril de 1725 en Venecia, entonces epicentro del placer ilícito en Europa, Casanova nació como hijo de dos actores pobres y pronto se convirtió en una figura emblemática de la seducción y del desenfreno sexual.
La Venecia de su tiempo era un hervidero de hedonismo, con sus carnavales, mascaradas y una sociedad que celebraba el placer y la transgresión, un entorno moldeó la personalidad de Casanova y le ofreció un escenario perfecto para sus aventuras.
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«Tenía dieciséis años y estaba lleno de vigor»
A los nueve años, su abuela lo envió a una escuela religiosa. Pero su vocación clerical se vio rápidamente eclipsada por un temprano despertar sexual. Su primera experiencia sexual ocurrió a los 16 años, en un trío con dos hermanas llamadas Marta y Nanette, cuando tenía 16 años.
«Tenía dieciséis años y estaba lleno de vigor», relató en sus memorias. «Nanetta y Marton, dos hermanas de catorce y dieciséis años, me acogieron con una hospitalidad que no esperaba. Entre risas y juegos, nos encontramos en la cama, y allí, sin planearlo, perdí mi virginidad en un torbellino de placeres que no olvidaré jamás. Comimos pan y queso entre caricias, y la noche pasó como un sueño del que desperté siendo hombre».
Pero curiosamente, ya había experimentado su primer orgasmo años antes, en un episodio con su hermana mayor. Según contó en sus memorias, experimentó su primer orgasmo cuando Bettina Casanova, que tenía 13 años, le provocó uno «accidentalmente» mientras lo lavaba a mano.
Más adelante, se convirtió en la comidilla de la sociedad veneciana cuando se supo que tuvo sexo con una monja y una chica de 17 años en un convento, mientras otro amante de la monja, un embajador, los observaba a través de un agujero en la pared.
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Casanova se acostó con la monja en varias ocasiones, escribiendo que él «variaba nuestros placeres de mil maneras diferentes» y le daba a la monja «un disfrute mayor del que ella tenía idea». «Antes de dejar mis brazos, ella alzó los ojos al cielo como para dar gracias a su Divino Maestro», recordó.
«A lo largo de 1754 y hasta los primeros meses de 1755, mis amores con M.M. y C.C., dos monjas de Murano, y el embajador de Francia, formaron una danza de pasiones enmascaradas», recordó. «En góndolas y bajo la luz de la luna, nuestras citas eran un juego de seducción donde cada uno buscaba complacer al otro, sin importar las reglas del convento o de la sociedad».
A lo largo de su intensa vida amorosa, Casanova utilizó diversas recetas para mejorar su rendimiento sexual, como mezclas de huevos crudos y ostras, a las que consideraba afrodisíacas.
Como método anticonceptivo, optó por intestinos de oveja como preservativos, aunque prefería no usarlos, lo que resultó en el nacimiento de varios hijos ilegítimos.
Las aventuras amorosas de Casanova no estuvieron exentas de consecuencias. Contrajo varias enfermedades de transmisión sexual, como la gonorrea y la sífilis, pero las afrontó con una filosofía peculiar: «Es fácil consolarse cuando se considera que se ha alcanzado el placer«.
Amigo de reyes y eminencias de su época, pasó mucho tiempo encarcelado
Además de sus aventuras románticas, la vida profesional de Casanova estuvo marcada por una serie de intentos en diversos ámbitos, como la música, el juego y el espionaje. Con una altura notable para la época (1,90 m) y una apariencia atractiva, cautivó no solo a mujeres comunes, sino también a figuras influyentes de la sociedad europea.
Casanova viajó extensamente por ciudades como París, Londres, Viena y San Petersburgo, relacionándose con la nobleza, intelectuales y figuras destacadas de su tiempo, como Voltaire. También pasó por Barcelona, donde fue detenido por 42 días en 1768 por un lío amoroso con la mujer del capitán general del Ejército.
Su círculo social incluía personalidades como el rey Luis XV de Francia, la zarina Catalina la Grande y el rey Federico II de Prusia. Su apoyo provenía principalmente de mecenas adineradas a las que, utilizando sus dotes para la seducción, convenció para que financiaran su estilo de vida hedonista.
Uno de sus mecenas más notables fue el senador Matteo Bragadin, a quien engañó haciéndole creer en sus supuestas habilidades mágicas.
Casanova tampoco escapó a las consecuencias legales de sus actos. Fue encarcelado varias veces a lo largo de su vida, incluyendo un período en la Bastilla de París y la infame prisión del Palacio Ducal de Venecia.
Su habilidad para escapar fue casi legendaria: lo hizo cortando el techo de su celda y escapando con la ayuda de un monje renegado.
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En 1760, siendo aún fugitivo, mantuvo una relación incestuosa con su hija Leonilda y su amante Lucrecia. Esta relación resultó en el nacimiento de un niño que era, a la vez, hijo y nieto de Casanova.
Casanova tenía un interés especial en las parejas más jóvenes e incluso le pagó a una mujer para que le entregara a su hija de 17 años, Teresa. Hizo lo mismo con las otras hijas de la mujer: Marina, de 11 años, y Cecilia, de 12.
«En Nápoles», relató, «con Lucrezia y su hija Leonilda, mi propia hija sin que ellas lo supieran, pasé semanas en una casa de campo donde el deseo y el disimulo se entrelazaban. Me acosté con ambas, con la doncella como cortina, y aunque el placer fue inmenso, mi corazón temblaba por el secreto que guardaba».
En esa época, participó de una orgía en Roma que describió como «un desenfreno infernal»: «Cien botellas de vino para veinticuatro comensales, juegos sexuales, sodomización donde los abates brillaron tanto en su papel activo como pasivo, y un teatro abominable de excesos. Fui el único en ser respetado, pero aprendí mucho de aquella noche, aunque no me divirtiera, pues el amor sin sentimiento no es más que un mecanismo vacío”.
Tras pasar de nuevo por ciudades como Viena, Bolzano, Frankfurt, París o Dresde, se retiró a fines del siglo XVIII en el castillo de Dux, donde pasó sus últimos años en un castillo bohemio como bibliotecario.
Durante este período de calma, hasta su muerte el 4 de junio de 1798, se dedicó a escribir sus memorias, en las que contó su historia desde su infancia hasta los cincuenta años, porque le daba «tristeza» recordar el resto de su vida.
En 1798, el año de su muerte, Casanova legó su manuscrito a su sobrino. Luego, en 1821, los hijos de este último entregaron el documento a la editorial alemana Brockhaus. Publicadas bajo el nombre afrancesado de Jacques Casanova, estas obras fueron adquiridas por la Biblioteca Nacional de Francia por aproximadamente 6 millones de dólares en 2010.