jueves, 5 junio, 2025
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Rosario: diez tiros para matar a un subjefe de los bomberos voluntarios en la puerta de su casa

Un laburante que vivía al día; que se ganaba el mango con changas de cualquier tipo, y que cuando tenía la moto en condiciones hacía delivery de lo que fuese. O bien el dueño de una casa que había sido allanada por venta de drogas y que había sido apuntada por múltiples anónimos como un búnker. Son irreconciliables los mensajes que en redes recuerdan a Ernesto “Nico” Rodríguez, oficial principal y subjefe de los Bomberos Voluntarios de la ciudad de Capitán Bermúdez, ejecutado de una manera brutal en su casa de Granadero Baigorria, departamento de Rosario, el sábado.

La congoja recorrió pronto la zona norte del cordón industrial tras conocerse el asesinato de Rodríguez, quien según un vecino, esa tarde arreglaba una bicicleta en el porche de su casa de 21 de Septiembre al 700 (entre Las Verbenas y Los Andes) en el barrio San Fernando, cuando tres hombres armados bajaron de un auto blanco.

Lo que siguió fue una corrida de la víctima, de 49 años y que por más de tres décadas sirvió a la comunidad como bombero en Bermúdez, en su desesperación por salvar la vida. Segundos más tarde, el cuerpo agonizante quedó tendido dentro de la casa.

Más tarde, el resultado preliminar de autopsia permitió conocer que los tiradores, al menos dos, gatillaron a mansalva ante una víctima indefensa que recibió una decena de tiros repartida en todo el cuerpo, incluyendo varios en el pecho y el que se presume letal, en la sien izquierda.

Los sicarios usaron una pistola calibre 40 y otra 9 milímetros, a juzgar por las vainas servidas, e incluso balas intactas, que quedaron esparcidas por el piso. Cuatro plomos quedaron incrustados en la pared y dos atravesaron una pava eléctrica.

Un testigo contó que los asesinos subieron al auto blanco donde los esperaba un chofer y escaparon. No mucho después ese mismo vehículo fue hallado en Montevideo al 1200 de Baigorria, a un par de cuadras del cementerio y a unos 4 kilómetros de la escena del crimen, casi sobre la autopista Rosario-Santa Fe.

Allí llegaron los policías a instancias de la víctima, a la que horas antes le habían sustraído a punta de pistola el Volkswagen Voyage blanco en Jorge Newbery y colectora de Circunvalación, en Rosario: el GPS del auto marcó que había estado parado frente a la escena del crimen y, luego, que quedó estacionado donde los agentes lo hallaron.

Ernesto «Nico» Rodríguez, el bombero acribillado en Rosario, con la bandera en un acto.

Dentro del auto se levantaron manchas que serían de sangre y fue incautada una pistola calibre 22.

En medio de la conmoción, los bomberos de toda la región recordaron la figura de Rodríguez. “Nos solidarizamos con sus compañeros, familiares y seres queridos en este difícil momento”, dijeron los voluntarios de Fray Luis Beltrán, e hicieron lo propio los de San Lorenzo y los de Baigorria, justo en la previa de este 2 de junio, jornada en la que se conmemora el Día del Bombero Voluntario en todo el país.

En cuanto a la investigación, a cargo de la fiscal de la Unidad de Homicidios Dolosos Georgina Pairola, por el momento maneja dos hipótesis: ejecución a raíz de una deuda por drogas o bien una trama “pasional”.

Sobre el primer punto, desde el Ministerio de Seguridad indicaron tras el crimen que la casa de calle 21 de Septiembre había sido allanada dos años atrás, y que en esa ocasión a Rodríguez le habían incautado su celular. Luego del homicidio, la Policía también secuestró dos aparatos con su correspondiente chip.

Asimismo dijeron estos voceros que el lugar tenía múltiples denuncias por venta de droga: era un búnker. En este sentido se multiplican mensajes en las redes referidas al estrago que causan en los barrios estos puntos de comercialización. Como ejemplo, dice una vecina: “La feria de Los Robles la llevaron a la Silvestre Begnis porque en la plaza hay un búnker que no los dejaban laburar tranquilos”.

Los vecinos cuentan una historia que no es contradictoria con las versiones oficiales sino, más bien, complementaria, que apunta a una mujer que vive en el mismo predio, a la que le atribuyen haber sido el blanco del allanamiento llevado adelante dos años atrás.

“El gordo era re laburador, muy humilde y muy confiado… Lo entregó ella, él ya la había echado una vez y cuando no tenía dónde ir, le volvió a dar lugar… Él era padrino del hijo de ella, y se aprovechaba de esa situación para manejarlo, por el cariño que le tenía a esa criatura”, contó en redes un vecino.

Rosario. Especial

MG

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