sábado, 14 junio, 2025
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La emprendedora argentina que llegó a vestir a Carrie de Sex and the city

El primer episodio de «Sex and the city» se estrenó el 6 de junio de 1998, y en casi 30 años Carrie Bradshaw y sus amigas se convirtieron –entre muchas cosas– en una referencia indiscutida en el mundo fashion. La saga perdió personajes, tuvo dos películas bastante criticadas y desde hace tres temporadas se reconvirtió en una nueva serie, «And just like that». Pero lo que se pongan encima Sarah Jessica Parker y el resto de las actrices siempre, siempre, marca tendencia.

Por eso, cuando Florencia Peña (44) vio el primer capítulo de la tercera temporada de la nueva serie, que ahora indaga en la vida de las ya cincuentonas Carrie, Miranda y Charlotte, no pudo ahogar un grito de felicidad en la última escena: durante más de un minuto, Carrie se movía de su cama a su icónica computadora enfundada en un lánguido vestido turquesa de su autoría.

Peña (que nada tiene que ver con su actriz homónima) es una artista y diseñadora argentina que encontró en la moda justamente el punto donde se unen sus dos universos: el arte y el diseño textil. Tiene una exclusiva clientela –principalmente en Estados Unidos y México– que elige sus vestidos únicos, en un sentido literal: cada uno es una pieza artística realizada en seda natural que no tiene réplica.

Florencia atiende por teléfono a Clarín, aún emocionada por lo que significa para un diseñador que un vestido suyo esté en esta saga fashion. “Podés visualizar un diseño tuyo en una foto, en un desfile. Pero nunca pensé que iba a llegar a esa serie, y menos a Carrie. Que mi marca llegue ahí no lo puedo creer”, repite.

Y comparte la cuenta de Instagram oficial del vestuario de «And Just Like That», a cargo de los estilistas Molly Rogers y Danny Santiago, que tiene 340.000 seguidores: escenas de la serie, backstage, presentaciones y, siempre, unos outfits envidiables.

“Chanel, Vivienne Westwood, Alex Perry, Pierre Cardin y Gucci son algunas de las marcas de indumentaria que han vestido a Sarah Jessica Parker”, enumera sobre lo que significa para una emprendedora argentina poder sumarse a esa lista.

El vestido que hizo la diseñadora argentina Florencia Peña y usó Sarah Jessica Parker en la secuela de Sex and the city. Foto Fabrics of Colours

Hablando de llegar, ¿cómo llegó Peña hasta allí? La principal vidriera de la diseñadora son los hoteles de lujo (ya se revelará cómo el ingenio argentino la llevó a ese lugar) y fue justamente Rogers, estilista de la protagonista desde los comienzos de la saga, quien vio uno de sus diseños en el Faena de Miami y le pidió a su asistente que la contactara por redes sociales. Florencia vio el mensaje recién dos semanas después de que se lo había enviado. Con sorpresa, le respondió. Eso fue hace un año y medio.

Al contar su experiencia personal, la diseñadora revela el funcionamiento de un mundo desconocido para la mayoría: el de qué, cómo y por qué se ponen lo que se ponen los actores y actrices de nuestras series y películas favoritas.

Primero, los diseñadores no cobran –ni pagan– por estar ahí. Son los estilistas quienes eligen lo que creen que va a ser ideal para el personaje en cuestión. Según la producción que sea, obtener unos minutos de pantalla es un golden ticket porque posiciona exponencialmente a la marca. Ni hablar si la que viste es la protagonista y en una escena relevante, como fue en este caso (la última del primer capítulo de la temporada).

Florencia Peña estudió artes plásticas y diseño textil. Foto Fabrics of Colours

“Los estilistas son increíbles, y han tomado un protagonismo gigante en el mercado de la moda. Trabajan por todo el mundo mirando con 5.000 ojos, viendo esto va para tal o para cual. Son muy genuinos en lo que eligen, no van solo a lo mainstream”, apunta.

Después de ese primer contacto y de acordar cuestiones formales, Florencia le envió su catálogo al asistente de Rogers. Ella eligió 10 prendas y Florencia se las mandó. “En mi mente jugaba esta le iría bien a tal, esta oversize para esta actriz que es más grandota, o qué loco sería que este vestido le vaya a Carrie”, recuerda. Y uno de esos vestidos, justamente, le fue.

Pero Peña no lo supo hasta que lo vio en la pantalla. “No tenía expectativas de que hubieran usado mis prendas”, cuenta la diseñadora, a quien ya había contactado antes la estilista de Kim Kardashian y le envió un vestido a su hermana Kyle que finalmente no uso, pero igualmente se sintió halagada de que hubieran considerado su trabajo.

El vestido que hizo la diseñadora argentina Florencia Peña y usó Sarah Jessica Parker en la secuela de Sex and the city. Foto Fabrics of Colours

Y sigue sobre «And just like that»: “Para mí, si una extra en el fondo usaba un vestido mío era gratificante igual. Cuando veo la escena de ella me llevé una hermosa e inmensa sorpresa, porque es una escena muy íntima de Carrie en la que muestra cosas distintas, en la intimidad, vulnerable y cierra haciéndose una pregunta y escribiendo en la computadora que es el ícono de la serie. Y el vestido le queda divino y se nota un montón”.

Peña comparte con Clarín un mensaje que le mandó la producción. “Ya tenemos todo empacado y listo para enviarte. SJP se preguntaba si podría guardar lo siguiente para su archivo. Le encanta”.

SJP es Sarah Jessica Parker y Florencia sabe que, por contrato, pide quedarse con los outfits que usa para una especie de museo. Una costumbre que tienen muchas celebrities, quienes a veces luego subastan esas prendas con fines benéficos, como hicieron por ejemplo Audrey Hepburn o Lady Di. De más está decir que Florencia asegura que obviamente estaría feliz de que la actriz se quedara con su, hasta ahora, más famosa creación.

Los vestidos de Florencia Peña

El solero de Carrie está hecho en seda natural, como todos los textiles de la diseñadora, íntegramente pintado a mano. Cada pieza tiene un trabajo artesanal en el estudio porteño de Peña. Con su equipo, ella interviene cada tela con distintas técnicas de teñido y pintura, en un proceso que puede llevar entre cuatro y cinco días de trabajo.

Una de las creaciones de Peña. Cada vestido es único y pintado a mano. Foto Fabrics of Colours

Luego, a partir de esa tela, crea un diseño, y la confección la realiza un tallerista que trabaja para una importantísima marca de indumentaria local: la diseñadora no quiere revelar su nombre, pero le agradece eternamente por haber confiado en ella desde el primer día y seguir acompañándola en su trabajo.

Cada uno es único. Hago 200 vestidos por año, que es muy poco para una marca”, asegura. Y enfatiza que la suya, Fabrics of Colours, es una empresa sustentable que nunca buscó producir en serie. Uno de sus vestidos puede costar entre 1.000 y 2.000 dólares, y si bien tiene algunas clientas en Argentina, su mercado está en el exterior.

Trae a la memoria a Lidia, su abuela materna, la que vivía en Saladillo, que era “excelente en todos los trabajos manuales” y de quien “recibí la sutileza del coser, de miles de detalles, mucho de la colorimetría que uso viene de ella”. También evoca los viajes a Tafí del Valle para visitar a la familia paterna y la exuberancia de las Yungas como otro elemento que la marcó.

Florencia estudió artes plásticas y por allí comenzó su camino. A los 24 años se fue a vivir a Londres, donde siguió formándose y pintando: hacía retratos por encargo. Y con una amiga argentina, se les ocurrió un negocio. Tenían una tercera amiga que trabajaba como conserje en un hotel y les tiró algunas pautas de ese mundo. Así que armaron una experiencia, como se dice ahora, en la que con una van iban a buscar a huéspedes a hoteles de lujo y los llevaban a visitar estudios de artistas para que conocieran su obra y, claro, la compraran. “Decían ‘Esta foto, ¡me encanta! ¿Cuánto vale? ¿3.000 dólares? ¡La compro!’”, relata esta tarea de marchand en una era pre redes sociales.

Londres, también, le abrió la cabeza. Comenzó a estudiar en el Central Saint Martin, la escuela donde se formaron estrellas de la moda como Alexander McQueen y Stella McCartney. De vuelta en Argentina, pudo unir todos esos intereses en el diseño de indumentaria, una inspiración que también se nutrió del trabajo que hizo aquí como asistente durante muchos años de Delia Cancela. “Me mostró el mundo de esa sincronicidad de la moda y el arte”, apunta Peña, quien también trabajó con referentes argentinos del diseño como Martín Churba y Jessica Trosman.

Y con todos los contactos que hizo en Londres, tanto hoteleros como de clientes, comenzó a vender y a mostrarse. Hoy, entre otros, sus vestidos se exhiben en las vidrieras de los hoteles de lujo Rosewood Mayakoba de Tulum, Four Seasons de Baja California y, por supuesto, en el Faena de Miami.

Los vestidos de Peña se exhiben en hoteles de lujo de EE.UU. y México. Foto Fabrics of Colours

“Una amiga me contó que estaban abriendo un hotel re lindo y me sugirió que me contactase con la curadora. Era Covid, yo estaba en mi taller en Buenos Aires pintando todo el día… Y empecé a vender. Mi marido me decía que tenía que ir a conocer Miami y, cuando fui, la gente me paraba por la calle y me preguntaba dónde había comprado la ropa que llevaba puesta”, cuenta.

Tuvo que aceptar esa “pata forzadamente comercial que a ningún artista le gusta”, pero se adaptó bien a esa fuerte cultura del trabajo de Estados Unidos y por eso hoy vive entre los dos países, va y viene, creando acá y vendiendo allá. ¿Cuánto potenciará su marca esta publicidad impensada en la serie? Florencia prefiere ponerle el foco a seguir haciendo lo que ama: “Expresarme en la pintura”.

AS

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