Hay un rincón de la Expo Rural 137° donde no se escuchan mugidos ni se ven tractores, pero el movimiento no para. Gente que va y viene con bolsas de alfajores, se detiene a probar una empanada tucumana o se queda bailando un chamamé. Otros miran con curiosidad cómo una señora con trenzas amasa con destreza una empanada. Es el Paseo Federal de Sabores Regionales, donde las provincias del país despliegan su identidad a través del paladar y su cultura.
En medio del bullicio de Palermo, cada stand es una postal: un pedazo de Neuquén, un rincón de Tucumán, un poco de Chaco. Es posible dar la vuelta al mapa sin salir de Buenos Aires, probando, oliendo y tocando lo que nace en cada región.
En la casa de Tucumán, por ejemplo, hay gente vestida de época que invita a cocinar empanadas. El aroma se siente a lo lejos y el grupo de personas se extiende más de lo previsto. “Mi abuela es tucumana y me enseñó a hacerlas, pero estoy viendo cómo se hacen para volver a recordar. También me dio un poco de nostalgia, no te voy a mentir. Ver esto, este stand con la forma de la casita de tucuman es muy movilizante”, dice Mónica, una mujer de 42 años que vino acompañada de sus hijos y sus nietos.
Cocinar, bailar, viajar sin moverse
Un poco más allá, en el stand de Corrientes la gente hace fila para degustar dulce de leche. Un grupo de chicos, madre e hijos, parejas, abuelos se ponen a bailar cuando suena un chamamé y se arma una ronda espontánea de zapateo. “Nos gusta venir todos los años. El folclore correntino te alegra el alma”, dice Gabriel, que llegó con su familia desde Avellaneda. Entre los productos más buscados, el alfajor de pistacho, dulce de leche y yerba mate se lleva los aplausos.
En Córdoba, una experiencia de realidad virtual permite recorrer las sierras desde unos anteojos. Después del viaje 360°, el visitante puede comprar fiambres, salames, miel y carne de cordero envasada al vacío. “Nos llevamos un montón de cosas para hacer una picada”, dice Elena, que sale del stand cargada con bolsas.
Neuquén sorprende con sus dientes de ajo negro, una especialidad fermentada de sabor dulce, y una variedad de especias regionales. En el stand las bandejas de madera lenga son las más vendidas que van desde $ 32.000 las chicas y $ 36.000 las grandes.
Salta, en tanto, ofrece artesanías, textiles, vinos, mates y cervezas locales. “Probamos una cerveza salteña de quinoa. Nunca la habíamos visto”, cuenta Ariel, un visitante de Caballito.
En cuanto a las artesanías los más vendidos son los ponchos bordados a mano que van desde $ 130.000 de lana de llama, alpaca y oveja. Polainas que cuestan $ 32.500 y bandejas de madera de pacara que van desde $ 18.000 hasta $ 40.000. Sumado a los mates de calabaza que cuestan $ 25.000 que llevan apliques de Argentina.
Santiago del Estero suma alfajores, miel y una original propuesta de harinas y licores hechos con frutos autóctonos como el mistol, el chañar y el algarrobo blanco. En San Juan, la estrella es la cosmética natural: jabones, cremas y bálsamos elaborados con aceite de oliva, además de aceitunas, almendras, nueces y licores.
Entre Ríos trae miel, vinos, nueces, artesanías en madera y textiles. San Luis también vuelve al ruedo con sus alfajores y catas de gin y vino, acompañadas por exhibiciones de danzas típicas.
De la Patagonia al Litoral, y del Noroeste al AMBA
Río Negro conquista a los golosos con su fondue de chocolate y a los carnívoros con sus embutidos regionales de ciervo, jabalí y cordero. También hay mermeladas de frutos patagónicos, dulce de leche y miel. Santa Cruz, por su parte, ofrece carne de guanaco, cerveza artesanal, yerba y productos de cosmética.
Chaco dice presente con prendas, plantas nativas, cerveza artesanal, miel y una fuerte presencia de artesanías. Mendoza se enfoca en sus productos representativos y artesanales, mientras que Santa Fe presenta una propuesta ecléctica con gin tonic, dulces, embutidos, alfajores, miel y sorteos.
Finalmente, la Ciudad de Buenos Aires participa con una cuidada selección de artesanías porteñas, que rescatan el espíritu urbano dentro del mosaico federal.
Cada stand tiene su particularidad. Algunos ofrecen degustaciones abiertas, otros clases, juegos o exhibiciones. Y en todos, hay historias para contar. “Esto no es solo una feria. Es como viajar por todo el país sin salir de Palermo”, dice Claudia, con un mate en una mano y una bolsita de nueces sanjuaninas en la otra. En plena Expo Rural, las provincias no solo muestran lo que producen, sino también lo que son: tradición y sabor.
MG