lunes, 18 noviembre, 2024

Censura

El martes pasado por la mañana, mientras me maquillaba para mi programa, escuché una entrevista de Ernesto Tenembaum a una mamá de un colegio de la provincia de Buenos Aires. La mujer estaba indignada por algunos libros como Cometierra, de Dolores Reyes, o Las aventuras de la China Iron, de Gabriela Cabezón Cámara, que la escuela tiene en su biblioteca. A medida que avanzaba la entrevista, su enojo aumentaba: “¿A vos te parece, Ernesto? ¡Tienen un libro que se llama Trans-formando la ESI! ¡Es una barbaridad!”.

El título me resultaba familiar, así que fui hasta mi biblioteca y efectivamente, comprobé que ya lo había leído: es un libro de Natalia Bertazzoli y Verónica Arlausky, que publicó la editorial Sudestada. Es hermoso y aporta mucha información valiosa para las infancias. Muestra de una manera didáctica y pedagógica que hay otras realidades fuera del binarismo. No es un panfleto que adoctrina, es un texto que abre cabezas. A veces parece haber una consideración sobre los chicxs como si fueran cajas vacías, que se pueden volver trans por leer un libro que, por otra parte, no inventa ninguna realidad: solo la incluye como una más, tan válida y respetable como las otras. Todavía no termino de entender estas discusiones absurdas en un contexto con tantas situaciones preocupantes sobre la realidad de las infancias, expuestas a todo tipo de peligro desde el momento en que tienen exceso a un celular inteligente. Vemos criaturas sexualizadas en TikTok, la exposición a estafas piramidales, el juego y las apuestas, un flagelo que crece cada día. Ahora se sumó la práctica en adolescentes que usan la inteligencia artificial para desnudar a compañeras y el acceso a la pornografía y la facilidad con la que pueden caer víctimas de redes de pedófilos. ¿No les parece que hay cosas realmente importantes que discutir?

Son cuestiones que deberían tratarse en el Congreso, pero el presidente y la vice prefieren hablar de Cometierra y decir que es pornografía: se nota no lo han leído. Cometierra es un librazo de la adorada Dolores Reyes, que se tradujo a más de 17 idiomas y fue premiado en varios países. Cuenta la historia de una chica que vive en el conurbano, un lugar olvidado por Dios y el Estado. La protagonista tiene un don: al comer tierra tiene visiones. Las personas que la visitan son familiares de chicas desaparecidas que llevan la tierra donde creen que están y ella, con su poder, les revela si hubo un femicidio o si están enterradas ahí. Es una novela muy triste, muy bien escrita, que cuenta la realidad que viven muchas personas en el conurbano con este aditivo de lo mágico.

Coincido en que es súper importante estar atentos a qué contenidos y lecturas llegan a manos de nuestros hijxs. Lo que no se puede hacer es censurar un libro de 173 páginas por un par de párrafos que contienen las palabras pija y concha. Dolores Reyes es una mujer fantástica, mamá de seis hijos, docente con una formación académica. Maneja el idioma de lxs pibxs del conurbano, narrando una realidad triste, como son los femicidios y la desorganización o el poco interés de las fuerzas a la hora de buscar una chica desaparecida. Tiene mucho del escenario negativo de ese contexto: la policía, la muerte, la desaparición. Pero también se cuenta el amor, los sueños, las ganas de salir de esa realidad.

Nadie podría decir, además, que esa realidad dejó de atravesarnos: el viernes de la semana pasada encontraron en una bolsa de cemento a Sofía Delgado, una chica de 20 años que era buscada desde hacía 15 días en Santa Fe. Estoy segura de que las personas que critican la novela no la leyeron: no podrían reducirla a una escena de sexo cuando lo que en verdad toma todo son, justamente, episodios como el de Sofía. Y es difícil discutir o intercambiar ideas con alguien que no la leyó.

La ESI se da de manera trasversal: se piensan proyectos en los que distintos actores de diferentes materias abordan los temas sus disciplinas. Puede ser en Literatura, pero también en Historia, Sociología, incluso en Educación Física. Por eso se llama integral. Al planificar contenidos vinculados con ESI, no se piensa solo en lo genital o físico, sino también en temas que tienen que ver con el cuerpo y la autopercepción. La violencia sobre el cuerpo de las mujeres, por ejemplo, es un contenido que se puede trabajar en ESI.

El gobierno de la Provincia de Buenos Aires parece demostrar en sus políticas que le interesan las cuestiones de género. Algunos perciben que utilizan a los chicxs como futuros votantes. A mí me parece excelente que las bibliotecas de las escuelas sean lo más completas y plurales posibles. Mi sensación es que con los temas vinculados al género hay un poco de sobreinformación que produce el efecto contrario. Yo creo que la ESI bien aplicada es fundamental, pero también considero que es tan importante como que lxs chicxs sepan leer y comprender textos, que es algo que hoy no sucede en muchas escuelas del país.

Hay muchas cosas que podemos discutir seriamente y en profundidad. Los docentes están preparados para dar todo tipo de literatura, no se guían por dos estrofas de un libro. Estamos frente a un debate tonto, sin profundidad. Lo que hicieron algunos comunicadores señalando con el dedo moral a escritoras prestigiosas y distinguidas de nuestro país es algo muy bajo. Lo único que busca ese accionar es seguir generando discursos de odio, no hay interés real en lxs chicxs, ni sobre cómo mejorar la educación.

Dejen de mentir: cada escuela decide qué conviene a sus alumnxs y cada docente elige qué dar y de qué manera. Seguramente algunos lleven mejor esta tarea que otros y también puede que haya gente que trabaje mal, pero instalar que “las escuelas” obligan es una falacia que intentan imponer algunos medios de comunicación. Si piensan en lxs pibxs, de verdad, primero dejen de mentir.

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