jueves, 9 enero, 2025
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The Economist eligió al «País del Año»: no es Argentina, pero fue finalista

La publicación destacó el avance de varios países, no solo en lo económico, sino también en lo político. La Argentina llegó al top five.

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Argentina llamó la atención por su audaz experimento económico liderado por Javier Milei.

Como cada año, The Economist selecciona al «País del Año», un galardón que destaca a la nación que ha demostrado el mayor avance en términos sociales, económicos o políticos. En 2024, Bangladesh se alzó con el reconocimiento por su notable transición política y económica, superando a otros contendientes que también experimentaron cambios trascendentales, entre ellos la Argentina. También están en la lista Siria, Polonia y Sudáfrica.

Bangladesh vivió una transformación histórica este año con la destitución de Sheikh Hasina, quien lideró el país durante 15 años. Bajo su mando, Bangladesh experimentó un crecimiento económico sostenido, pero también sufrió represión política, corrupción y manipulación electoral. El movimiento que llevó a su caída fue encabezado por estudiantes, una fuerza clave en la política del país.

El nuevo gobierno, liderado por Muhammad Yunus, premio Nobel de la Paz, asumió con la misión de estabilizar la economía y garantizar elecciones libres. Aunque la transición ha generado esperanza, el país enfrenta serios desafíos como el extremismo islámico, la reconstrucción de sus relaciones internacionales, especialmente con India, y la necesidad de consolidar sus instituciones democráticas.

Polonia también se destacó este año por el cambio político que significó el regreso de Donald Tusk al poder tras años de deterioro democrático bajo el Partido Ley y Justicia (PiS). Tusk ha iniciado una compleja labor de restauración institucional y ha reforzado el papel de Polonia como actor clave en la seguridad europea. Sin embargo, las tensiones con Alemania y las dificultades para implementar reformas estructurales limitan los avances en un contexto donde las expectativas ciudadanas son altas.

En Sudáfrica, el cambio político fue igual de significativo. Por primera vez desde el fin del apartheid, el Congreso Nacional Africano (ANC) perdió su mayoría parlamentaria, lo que llevó a la formación de una coalición con la Alianza Democrática. Aunque este cambio refleja un rechazo popular a décadas de corrupción y mala gestión, el nuevo gobierno enfrenta el desafío de combatir problemas estructurales como el desempleo y la delincuencia, además de reconstruir las instituciones estatales dañadas.

Argentina llamó la atención por su audaz experimento económico liderado por Javier Milei. El Presidente implementó una serie de reformas que incluyeron drásticos recortes de gasto público y desregulación, medidas que lograron reducir la inflación y estimular el crecimiento económico en el tercer trimestre del año.

Sin embargo, persisten desafíos como el riesgo de un atraso cambiario y el descontento social por las políticas de ajuste, lo que pone en cuestión la sostenibilidad de estas reformas a largo plazo.

Finalmente, Siria experimentó un cambio monumental con la caída de Bashar al-Assad, marcando el fin de una dictadura que durante más de medio siglo estuvo asociada con crímenes de guerra y corrupción. Aunque este hito es motivo de celebración, el futuro del país sigue siendo incierto bajo el control de Hayat Tahrir al-Sham, un grupo rebelde con antecedentes vinculados al extremismo islámico. La transición plantea interrogantes sobre si Siria podrá avanzar hacia un gobierno más inclusivo o si se sumirá en nuevas formas de autoritarismo.

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