«El mandato del Presidente es que hagamos un acuerdo con el PRO y esa sigue siendo nuestra voluntad, pero eso no puede implicar que resigne su agenda. Eso pasó en Juntos por el Cambio y no terminó bien«. Con esta definición, bien entrada la tarde del viernes, desde lo más alto del poder del Gobierno intentaban relativizar la tensión en ascenso que se advierte desde hace semanas con el partido fundado por Mauricio Macri y remarcan la idea de Javier Milei de trazar una coalición «para terminar con el kirchnerismo».
Las diferencias en la agenda política recrudecieron en torno al Congreso por el Presupuesto 2025, la Ley de Ficha Limpia, la derogación de las PASO y el avance en el pliego del juez federal Ariel Lijo para la Corte Suprema de Justicia.
Aunque en público algunos referentes se encargaron de desmentirlo, hubo acusaciones cruzadas por la estrategia del oficialismo. Si el primer cimbronazo se había dado cuando la Casa Rosada anunció una profunda reforma electoral sin sondear previamente al bloque macrista en Diputados, del que depende entre otras cuestiones para sostener los vetos a leyes incómodas que impulsa el kirchnerismo y la oposición más radicalizada, la decisión de enviar dos proyectos, uno para tratar las PASO y el Financiamiento Partidario y otro para cambiar la Ley Orgánica de los Partidos Políticos, generó más ruido.
La preocupación del PRO
En las filas macristas, la desconfianza por un supuesto acuerdo entre el Gobierno y sectores del kirchnerismo escaló por el simple razonamiento de que los proyectos no fueron consensuados con el PRO y la UCR de Rodrigo De Loredo, los bloques más cercanos a los libertarios, y fueron girados luego de que se cayera la sesión especial para tratar Ficha Limpia, que le impediría a Cristina Kirchner -ó a cualquier otra persona- ser candidata por tener una condena por corrupción ratificada por la Cámara de Casación Penal.
«Se cae Ficha Limpia sin que nadie del Gobierno saliera a militarlo como hacemos nosotros con sus proyectos, y mandan una reforma electoral que nosotros no apoyamos y que sólo pueden aprobar si negocian con los K», bramó el jueves un encumbrado dirigente del PRO.
Otros vincularon la negativa del Gobierno a hacer concesiones en el Presupuesto 2025 con el extraño argumento de otro sector de la oposición de no dar quórum con Ficha Limpia como represalia. «Los que no se sentaron saben que no castigaban al Gobierno. Fue muy raro», expusieron. En Balcarce 50, aunque dicen querer acompañar al PRO con la iniciativa, no sólo admiten que el proyecto «no es prioridad» sino que electoralmente quieren una Cristina Kirchner con posibilidades de ser candidata. «Nos sirve para dividir al peronismo y para polarizar con el pasado que trajo a los argentinos hasta acá», reconoció esta semana un alto funcionario en los pasillos de Casa Rosada.
Prueba de las sospechas fue que desde la oposición dialoguista apuntaran contra el presidente de la Cámara de Diputados, Martín Menem, por no aceptar un pedido de prórroga para estirar los 30 minutos de plazo que se otorgan en las sesiones para conseguir el quórum. En su defensa, el riojano recordó que desde que asumió en diciembre de 2023 se propuso «cumplir con el reglamento» y no prolongar la espera de forma discrecional.
Su explicación pareció conformar a Cristian Ritondo, jefe de los diputados PRO, que luego de eso salió a aclarar que «no hay un motivo para desconfiar del Gobierno en el proyecto de Ficha Limpia». Pero el viernes, ante los trascendidos de que Cristina habilitó a la vicepresidenta del PJ, la senadora Lucía Corpacci, a poner la firma que le faltaba al dictamen del pliego de Lijo para la Corte, el clima se volvió a enrarecer.
En especial porque todo se da en medio de las negociaciones que el Gobierno explora para sellar un acuerdo parlamentario amplio con el PRO que contemple apoyo mutuo para algunos proyectos y un blindaje al veto presidencial, incluso ante iniciativas sobre las que inicialmente el macrismo dudó, como la reforma a la Ley de DNU.
Milei suele definir como «excelente» su vínculo con Macri y evita las discusiones menores que escucha entre las tropas. Se aferra a que, aún en las diferencias, cuando hablan en privado los ruidos quedan de lado. Pero en el zoom del miércoles, Macri escuchó con preocupación la falta de consideración a los pedidos de los gobernadores amarillos para el Presupuesto y las advertencias de su tropa por un supuesto pacto con los K. Esta semana, cuando el líder del PRO vuelva de México y antes de que viaje la semana próxima a Arabia Saudita, podrían encontrarse con el Presidente.
La estrategia para las elecciones
Más allá de las diferencias en la agenda, a La Libertad Avanza y al PRO los separan los tiempos. Mientras el macrismo quiere apurar un acuerdo electoral y que en marzo esté todo definido, en el Gobierno hablan de «esperar hasta mayo», sobre el cierre de presentación de las alianzas y listas, para definir la estrategia.
El asesor presidencial Santiago Caputo considera que mayo será la fecha ideal para delinear, con encuestas en la mano, la estrategia en cada distrito, el reparto de las bancas y evaluar la conveniencia de confluir ó competir en Provincia de Buenos Aires y en la Ciudad. A priori, según cuentan en su entorno, su idea es «ir juntos» en territorio bonaerense y apostar a que LLA y el PRO se queden con las tres bancas porteñas para el Senado.
Cerca de Macri afirman que en los últimos días comenzó a evaluar la alternativa de competir y que el PRO mantenga su pureza, aunque eso conlleve una merma electoral y que se cumpla la profecía de un triunfo K en la Provincia. «Nosotros creemos que hay que hacer todo el esfuerzo para llegar a un acuerdo, pero si no nos respetan no nos dan opción«, es el argumento.
En la Casa Rosada retrucan: «Estamos convencidos de que hay que hacer un acuerdo para terminar con el kirchnerismo, no porque pensemos que necesitamos del PRO en la elección sino porque creemos en el valor de cada parte, pero los tiempos políticos los manejamos nosotros«.