El Gobierno lanzó este lunes un plan oficial vinculado al acceso a los medicamentos que tiene dos objetivos: asegurar la fabricación de determinados remedios clave en el país sin depender de la provisión externa, y al mismo tiempo bajarles el costo, lo que puede redundar en un beneficio tanto para el bolsillo de los pacientes como para el financiamiento del sistema de salud en general.
A fines de enero, Clarín contó un ejemplo paradigmático que se dio a partir de la salida al mercado argentino de una droga contra el cáncer, de fabricación nacional, que hizo que el laboratorio extranjero que hasta ese momento la comercializaba se viera obligado a reducir considerablemente su precio.
El Gobierno tomó nota de esa situación y decidió diseñar un programa para incentivar la producción de biosimilares en el país. Se trata de medicamentos biológicos sin patente registrada en la Argentina o, también, con la patente ya vencida, lo que permite que otros laboratorios puedan copiar esas drogas y, una vez aprobadas por la ANMAT, salir a competir al mercado.
Fue lo que ocurrió en enero con el pembrolizumab, el medicamento más utilizado a nivel mundial contra el cáncer. “En enero, su precio en Argentina disminuyó un 60 por ciento debido a la salida de un biosimilar nacional producido por Elea y comercializado bajo la marca Oncozene. Antes de esta incorporación, el medicamento sólo estaba disponible a través de Merck (MSD), lo que limitaba la competencia y mantenía altos los precios”, explicaron fuentes oficiales.
Agregaron que, en ese caso, “con la llegada de este productor local, las obras sociales, prepagas y pacientes se beneficiaron de una reducción significativa en el costo del tratamiento, lo que demuestra cómo la competencia en el mercado farmacéutico no sólo fomenta la innovación, sino que también hace los tratamientos más accesibles, mejorando el acceso a la salud de manera significativa”.
La publicación en el Boletín Oficial de una nueva disposición de la ANMAT busca precisamente profundizar esta tendencia. La medida, según las fuentes consultadas por Clarín, tiene como objetivo simplificar los procedimientos de aprobación y facilitar el acceso a tratamientos biológicos. Y también, “darles herramientas técnicas a los laboratorios locales (sean nacionales o extranjeros) para que fabriquen esos medicamentos acá a más bajo precio”.
La garantía de la ANMAT
¿Cómo se sabe que la copia del medicamento es igual de efectiva y segura que el original? “Con un ensayo fármaco-cinético, o uno fármaco-dinámico, se puede contar con la certeza de que es un medicamento biosimilar. Estos medicamentos de origen biológico poseen una composición cuali-cuantitativa, indicación terapéutica y vía de administración, que tienen antecedentes en otras especialidades medicinales autorizadas y registradas ante la ANMAT u otra agencia regulatoria de alta vigilancia sanitaria”, explicaron las fuentes.
La disposición del Gobierno se da, además, en el marco de una histórica disputa de los laboratorios extranjeros con los locales. Los primeros se quejan de que en el país existe una débil protección de las patentes farmacéuticas innovadoras (mediante restricciones al patentamiento que en otros países son más laxas), clave para que los laboratorios locales con cierto nivel de desarrollo científico puedan producir esas mismas drogas y bajar el precio.
La disposición del Boletín Oficial argumenta además que el objetivo es que el país pueda producir medicamentos y vacunas que hoy no se producen a nivel local y que ante cualquier inconveniente en los mercados internacionales, que suelen complicar el acceso a estos productos -o hasta en situaciones de emergencia lo imposibilitan-, Argentina cuente con stock para garantizar la atención de la población.
Hay otro punto clave en esta iniciativa, destacado desde el Gobierno: “El desarrollo de biosimilares permitirá a la Argentina acceder a nuevos mercados, generando divisas genuinas para el país. Al fortalecer la capacidad local de producción y propiciar la competencia en igualdad de condiciones, Argentina podrá posicionarse como un proveedor competitivo en América Latina, contribuyendo a mejorar la balanza comercial del sector farmacéutico”.
Sobre este último punto, detallaron que actualmente el déficit comercial de biológicos (sin contar las vacunas) ronda los 700 millones de dólares, y al incentivar la producción local, se reducirá esta brecha, mejorando la competitividad y la autonomía económica sin depender de subsidios o proteccionismo estatal”, explicaron las fuentes.
Uno de los mayores momentos de desbalance comercial fue durante la pandemia de Covid, momento en que todas las vacunas fueron provistas desde el extranjero. Recién a partir de 2024 el país contó con una vacuna argentina, la ARVAC, aunque por el momento el Gobierno sigue contando con stock proveniente del exterior y no ha incorporado la opción local al plan oficial de inmunización.
PS