(*) Columnista invitado | El año pasado los turistas que venían de compras desde los países vecinos cruzaban la frontera con dólares, pero la tendencia se frenó. Con el cambio de gobierno, la Argentina se está encareciendo en dólares.
La existencia o no de atraso cambiario vuelve a ser el tema de discusión y con seguridad lo seguirá siendo durante los próximos meses. Los argumentos por parte de ambos lados de la nueva grieta son múltiples. Argentina se está encareciendo en dólares.
El año pasado uno de los fenómenos económicos destacados era el turismo de compras. Uruguayos, chilenos, brasileros, paraguayos… todos los que estaban al lado de una frontera argentina cruzaban con dólares, los cambiaban en el mercado libre y arrasaban con las góndolas. Argentina estaba baratísima.
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Fue tan intenso el efecto que algunas ciudades limítrofes tuvieron un boom económico. La Universidad Católica de Uruguay lo reflejaba en su informe de precios fronterizos que elabora desde finales de 2015. En ese informe, la UCU demostraba la brecha de precios existentes para una gran cantidad de productos representativos de una canasta de consumo entre dos ciudades limítrofes en el litoral: Concordia en Entre Ríos y Salto en Uruguay, separadas por el Río Uruguay, pero unidas por el puente Represa Hidroeléctrica Salto Grande.
La preocupación de aquel lado del charco eran los efectos nocivos del desorden cambiario de Argentina, que generaba un flujo permanente de uruguayos viajando casi a diario a Concordia para hacer las compras del supermercado, ir a la farmacia, al médico, a la peluquería, comer y hasta dormir. El efecto alcanzó su pico en los meses de brecha récord del 2023, cuando Concordia era más de un 60% más barata que Salto.
Argentina se encarece en dólares
Desde el cambio de gobierno, la dirección del efecto se revirtió repentinamente y, según el mismo relevamiento, Concordia es cada vez “menos barata” que Salto. Mientras que en noviembre pasado, Concordia era 61% más barata que Salto, en enero de este año bajó a 49% y en marzo pasado a 33%.
Lo que preocupa no es el nivel de marzo, sino la tendencia. Lo rápido que pasamos de 60% a 30% tiene una buena explicación: la desaparición de la incertidumbre extrema hizo que Argentina volviera a algo más parecido a la normalidad. Pero, proyectando los meses de mayo y julio, la brecha de precios entre ambas ciudades al blue bajaría de 33% a 27% y luego 22%. Es decir, quedando más cara Concordia que en 2018-2019.
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¿Pero qué pasaría si midiéramos la brecha al tipo de cambio oficial y la proyectáramos para los mismos meses? Suponiendo crawling del 2%, brecha estable e inflación promedio de 6% entre mayo-julio, Concordia sería 13% más barata que Salto en mayo y solo 4,5% en julio.
Es decir, que el nivel relativo de precios entre ambas ciudades sería peor que el de fines de 2017, momento en el cual hay bastante consenso sobre el encarecimiento de Argentina, que estaba provocando un déficit de cuenta corriente que viajaba al 8% PBI.
Claro que a estas observaciones le siguen cabiendo los mismos argumentos que aplica el gobierno para el análisis del tipo de cambio real: no es lo mismo un momento de déficit fiscal que uno de equilibrio, de términos de intercambio bajos o altos, etc.
Sin embargo, esos argumentos no deben olvidar que hay experiencias de crisis externas provocadas fundamentalmente por el sector privado y no público. No es la regla en Argentina, pero podría pasar.
Por otro lado, las profundas reformas estructurales, que generarían un salto de la productividad de la Argentina y harían compatible el nivel de tipo de cambio real, por el momento son más promesas que certezas. Las reformas estructurales demoran en llegar y en madurar y, en el transcurso, “Concordia” se encarece.
*Matias Surt es economista, director de la unidad de Economía de la consultora Invecq.