El Gobierno tomó nota de las amenazas recientes del líder de Hezbollah en el Líbano, Sayed Hassan Nasrallah, sobre la posibilidad de extender una eventual guerra contra Israel, y puso en estado de máxima alerta sus controles fronterizos.
En particular, supo Clarín de importantes fuentes locales, se extremaron medidas, de entrada y salida del país tanto terrestres como aéreas. Controles de documentos, lugares de nacimiento y que ello concuerde incluso con el acento de los ciudadanos que busquen entrar al país.
Ponen énfasis en la vigilancia y controles migratorios de documentos elaborados en Bolivia, en virtud de sus vínculos con la República Islámica de Irán que se le atribuyen tener a través de acuerdos especiales.
La semana pasada, Nasrallah, advirtió que su grupo luchará “sin control, sin “normas ni límites” si estalla una guerra más amplia con Israel. Dijo también que tiene capacidades nuevas y no reveladas. Y advirtió que ningún lugar de Israel estará a salvo de los ataques de Hezbollah.
La organización shiíta, protegida y financiada por Irán, tiene expresiones políticas que han sido parte del gobierno en el Líbano. Tiene una estructura de acción de ayuda social, expresiones religiosas, pero sobre todo tiene un ejercito de decenas de miles de milicianos que combate contra Israel desde hace años. Y posee un brazo terrorista como el que, según la Justicia argentina, es responsable de los atentados terroristas a la Embajada de Israel en Argentina (1992, 29 muertos) y Amia (1994, 85 muertos).
Meses atrás, la ministra de Seguridad de Javier Milei, Patricia Bullrich, advirtió sobre la presencia de Hezbollah y de otros grupos terroristas en Sudamérica. Incluso, aunque generó inicial molestia en el gobierno de Chile, que comanda Gabriel Boric, la ministra llevó un informe con casos detallados que mostrarían dicha actividad, algunas de las cuales fueron publicadas por Clarín en exclusiva. También habló de la presencia iraní en Bolivia, que rechazó el presidente Luis Arce, con el que Milei mantiene nulas relaciones.
Ahora el Gobierno puso los ojos nuevamente sobre la declaración del ex presidente Evo Morales de 2008 cuando determinó que Iran era su aliado y ambos decidieron “estrechar vínculos en cualquier circunstancia y fomentar sus lazos como “países independientes”, así como “luchar contra cualquier forma de imperialismo”.
En ese momento se decidieron a desarrollar un programa nuclear con fines pacíficos, en el contexto de la ampliación de la presencia iraní en América Latina, que había empezado en Venezuela.
Ya en julio de 2023, los ministros de Defensa de la República Islámica de Irán (el brigadier General Mohammad-Reza haraei Ashtiani) y Bolivia (Edmundo Novillo) firmaron un Acuerdo de Defensa, del cual se indicaría que incluye la venta y/o cesión de tecnología militar a las fuerzas bolivianas.
Si bien el objetivo que informaron del acuerdo consistiría en reforzar el control de sus fronteras, donde ocurriría gran parte del tráfico de estupefacientes y el contrabando, Argentina y otros paises de la región expresaron desacuerdo con ello porque implica una amenaza a su propia seguridad.
Por empezar, se incluye la venta de material militar de Iran a Bolivia: drones de reconocimiento para controlar la geografía fronteriza boliviana; barcos patrulleros para control del narcotráfico y el contrabando en lagos y ríos (el país no tiene salida al mar); declararon el interés del gobierno boliviano en contar con un sistema de protección para evitar la penetración o hackeo de información en diferentes instituciones, incluyendo las Fuerzas Armadas; intercambios académicos en la temática de seguridad y defensa.